Resguardando los tesoros naturales y científicos del mundo civilizado.
El Reino Unido hoy tiene la mala fama, justificada, de haber robado cientos de miles de piezas arqueológicas y tesoros culturales de otras civilizaciones durante el siglo XIX y parte del XX, mismos que hoy se exhiben en sus museos grandes británicos en colecciones que nada tienen de británico más que su sede y administración. A pesar de esta realidad que no a muchos les encanta, los británicos han sabido preservar estos tesoros culturales de la humanidad, tan variados que son necesarios diversos museos para todo tipo de colecciones, ciencias, artes, etc.
Si bien no todo les pertenece, su exhibición está al alcance de cualquier visitante que desee admirar sus acervos y colecciones, con las puertas siempre abiertas para compartir información y elementos bien preservados, siendo Londres, capital de Reino Unido, una ciudad repleta de museos, entre los que destacan los recintos satélites del Museo Británico, el más grande de todos. Uno de ellos es el Museo de Historia Natural de Londres, recinto que se concentra enteramente a preservar el acervo natural y científico de la colección británica, destacando las materias de la botánica y la zoología como los grandes protagonistas de esta catedral a la naturaleza.
Una colección demasiado extensa
El museo definitivo de Londres es el Museo Británico, un recinto que resguarda todo lo que en la actualidad le reclaman a las autoridades británicas devolver a sus respectivas culturas y países. Principalmente abunda el material arqueológico, que van desde lo sumerio hasta lo egipcio, pasando por lo grecorromano hasta lo tribal obtenido de las expediciones británicas en el continente africano durante gran parte del siglo XIX. El acervo cultural de esta entidad museológica es tan grande y relevante que en el siglo XIX tuvo que ser dividido en departamentos, mismos que requerirían su propio recinto para conservar, archivar y exhibir estos tesoros de la historia humana.
En este contexto, su división naturalista, que abarca ciencias como la botánica, la paleontología, la entomología, mineralogía y la zoología, se vio en la urgente necesidad de poseer su propio recinto, el cual sería construido específicamente para albergar este departamento y sus más de 70 millones de especímenes y otros artículos de su colección. En 1864 se adquiere un terreno en South Kensington destinado a albergar la nueva edificación que funcionaria como el nuevo museo de historia natural división del Museo Británico. Para ello, se lanzó un concurso para elegir el proyecto arquitectónico, resultando como ganador el arquitecto Alfred Waterhouse, cuya edificación de estilo románico se dispondría a dar un nuevo hogar a los tesoros naturales de la colección británica.
Catedral a la naturaleza
El museo, que hasta 1963 siguió siendo una división más del Museo Británico, hoy es todo un recinto dedicado a su independiente naturaleza como museo naturalista y científico. Su impresionante apariencia exterior está protagonizada por una fachada de arquitectura románica, estilo que se repite por todo el recinto, tanto en exterior como en interiores. La entrada principal flanqueada por dos torres da la bienvenida a un interior palaciego dedicado a la conservación de los conocimientos naturales y científicos, destacando su vestíbulo principal, donde se exhiben los esqueletos de un enorme diplodocus y un mastodonte.
Sus exhibiciones están divididas por colores, mismos que contienen una colección específica, que va desde dinosaurios, rocas y minerales, insectos y el reino animal, hasta galerías y salas dedicadas a la ciencia y sus exponentes, siendo Charles Darwin un partícipe de su fundación, el cual posee un área dedicada a su trabajo y descubrimiento. El recinto es el museo naturalista por excelencia, tanto por su vasta colección como por su excelente diseño, su recinto de arquitectura exquisita, y claro, pertenece a la colección museológica del Reino Unido.
El museo victoriano por excelencia hoy exhibe todo tipo de colecciones, exhibiciones y ha servido como sede de diversos eventos de carácter cultural, científico y artístico, destacando entre ellos ser la sede para el lanzamiento del último libro de la saga Harry Potter en 2007. Sin duda, el Museo de Historia Natural de Londres representa el dominio británico en la preservación de cultura y conocimiento, un heredero de la época victoriana que prevalece en excelente estado de conservación y cuya colección se mantiene vigente a casi dos siglos de su fundación.