EN TIERRAS MAYAS
Con más de 260 millones de suscriptores, MrBeast se ha convertido en el rey indiscutible del entretenimiento digital. Sin embargo, su reciente visita a México para grabar contenido en zonas arqueológicas ha desatado una polémica nacional que va mucho más allá del entretenimiento. El video, publicado el 10 de mayo, mostraba al creador de contenido en lugares como Chichén Itzá, Calakmul y Balamcanché, algunos de los cuales están clasificados como patrimonio protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Lo que comenzó como una aventura visual terminó encendiendo el debate sobre el uso del patrimonio cultural con fines comerciales y la ética detrás de este tipo de colaboraciones.
La presencia de MrBeast en estructuras de acceso restringido —algunas incluso consideradas sagradas por culturas prehispánicas— provocó reacciones encontradas. Si bien el INAH confirmó que la grabación fue solicitada formalmente por entidades gubernamentales como la Secretaría de Turismo y los gobiernos estatales, el contenido editado y publicado por el youtuber incluyó elementos de posproducción que generaron confusión. Descensos en helicóptero, pernoctaciones en las ruinas y objetos arqueológicos en sus manos formaron parte de una narrativa cuestionable. Esta mezcla entre ficción y realidad encendió las alarmas sobre los límites del espectáculo digital frente al respeto por el patrimonio cultural.

¿Privilegio o publicidad?
Uno de los puntos más álgidos de la discusión es el acceso privilegiado que tuvo el equipo de MrBeast a lugares que usualmente están prohibidos para el público general e incluso para algunos investigadores. Las imágenes dentro de estructuras protegidas o tomas con dron desde puntos inusuales generaron preguntas legítimas sobre el trato preferencial y la posible infracción a las leyes mexicanas de patrimonio histórico.
El propio youtuber lo dijo en su video: “No puedo creer que el Gobierno nos deje hacer esto. Realmente es una locura. Ni a los arqueólogos se les permite ingresar aquí”. Esta frase detonó la indignación de parte del gremio académico y la opinión pública, quienes consideraron inapropiado que un influencer tuviera acceso exclusivo a espacios que deberían estar reservados a investigaciones científicas o al disfrute equitativo de todos los ciudadanos.

El INAH respondió que todas las actividades fueron supervisadas por personal autorizado y se realizaron “en áreas de acceso público y sin afectar el ingreso de los visitantes”. Sin embargo, también admitieron que en Calakmul se accedió a una subestructura con acceso restringido, justificado por una solicitud anticipada. Esta ambigüedad en la comunicación institucional generó aún más tensión entre transparencia, legalidad y show mediático.
Verdades a medias

Gran parte de la controversia se centra en el contenido del video editado por el equipo de MrBeast. Las tomas con dron dentro del Templo de Kukulkán, escenas actuadas de descenso en helicóptero y la manipulación de una supuesta máscara prehispánica fueron desmentidas por el INAH, que calificó estos momentos como parte de una “teatralidad propia del youtuber”.
Para el organismo, aunque el video posee valor divulgativo, también contiene elementos falsos que podrían confundir a las audiencias y trivializar la importancia de estos sitios.
Además, se denunció el uso indebido de las locaciones para promocionar marcas comerciales del propio MrBeast, lo cual no estaba autorizado por los permisos emitidos por el INAH. Claudia Curiel de Icaza, secretaria de Cultura, fue enfática en su condena, afirmando que este tipo de espectáculos no deben usarse para fines de lucro privado, menos aún cuando están involucrados bienes nacionales de alto valor cultural. Por su parte, el INAH anunció que ha interpuesto una demanda administrativa contra Full Circle Media, la productora que representa al youtuber, exigiendo una retractación pública y el resarcimiento por el uso indebido de patrimonio cultural.
Turismo cultural
Este episodio abre una discusión más amplia sobre cómo las plataformas digitales interactúan con el patrimonio cultural. Si bien es cierto que un video de MrBeast puede generar millones de visualizaciones y atraer la atención de nuevas generaciones hacia los sitios arqueológicos de México, también es verdad que este tipo de colaboraciones deben manejarse con rigor, sensibilidad y legalidad.


El impacto positivo en la promoción turística es innegable, pero no puede ir en detrimento del respeto por las culturas originarias ni de las regulaciones establecidas para la conservación de estos espacios. En un momento donde la viralidad puede llevar a la saturación de lugares sensibles o al mal uso de información histórica, las autoridades deben establecer parámetros más estrictos para este tipo de colaboraciones mediáticas.
La polémica por el video de MrBeast nos enfrenta a un dilema contemporáneo: cómo equilibrar la difusión cultural con la veracidad y el respeto por el patrimonio. La figura de un influencer con millones de seguidores tiene un peso significativo en la opinión pública, especialmente entre los más jóvenes, pero esto no puede justificar el uso sin control de recursos históricos que pertenecen a todos los mexicanos.

El caso sigue abierto. Las autoridades continúan revisando los permisos otorgados y las posibles sanciones, mientras el debate en redes sociales no cesa. En medio de todo esto, queda claro que el patrimonio cultural no debe ser tratado como simple escenografía para el entretenimiento. La responsabilidad compartida entre creadores de contenido, gobiernos y audiencias será clave para evitar que el espectáculo borre las fronteras de la historia y el respeto cultural.