El artista que retrató el México del siglo XIX con su pincel.
La segunda mitad del siglo XIX en México no fue muy diferente a lo que aconteció en Europa respecto al auge de las artes, la cultura y las ciencias, puesto que la influencia directa de países como Inglaterra, Francia y España estuvo fuertemente propiciada por el presidente Porfirio Diaz y su afán de hacer de México una extensión del viejo continente en América, imitando sus nuevas costumbres sociales aristócratas y aplicando en territorio nacional los más recientes inventos y descubrimientos tecnológicos en busca del progreso.
El Arte floreció, al igual que en Europa, durante el porfiriato, siendo la literatura, la música, la arquitectura y la pintura las disciplinas más desarrolladas en esta época de ilustración y romanticismo. La ciudad de México, capital y epicentro de todo este florecimiento cultural y progresista vería de primera mano el nacimiento de grandes artistas que dejarían huella en la historia y evidencia de lo que ocurrió en el país durante el mandato de Díaz, una época marcada por el contraste social entre una clase campesina e iletrada con la alta sociedad enriquecida y favorecida por el gobierno del general Porfirio Díaz.
De esta época de florecimiento cultural y artístico sobresaldrá uno de los artistas más académicos de la historia de México, paisajista e ilustrador que mediante su arte logró plasmar el México del siglo XIX, especialmente el panorama rural y hacendado de los alrededores de la capital, siendo su principal musa el propio Valle de México. Formado en la mejor academia de arte del momento, José María Velasco romantizaría mediante su arte la época que le tocó vivir, una era victoriana afrancesada en México donde su mano paso del naturalismo al paisajismo, siendo catalogado en tiempos más moderno como el “Da Vinci mexicano” debido a su destreza artística y afición por diversas ciencias como la geología, la botánica y la zoología.
Época de ilustración
El porfiriato en México favoreció el florecimiento de la ciencia y las artes, lo anterior gracias a la apertura del país a las tendencias extranjeras respecto a estos grandes rubros del quehacer humano. Europa vivía una época de ilustración, de descubrimiento y de cultura, algo que nuestro país adoptó con gran interés haciendo lo propio en territorio nacional. Las academias de arte florecieron como nunca, siendo la Academia de San Carlos la principal cuna del arte academicista nacional, de la cual, surgiría el artista de la época, un multifacético maestro del pincel y la tinta que ejemplificaba al artista académico por excelencia del porfiriato.
Academia San Carlos
Habiendo mostrado habilidades y aptitudes para el dibujo, José María Velasco buscaría ingresar a la mejor academia de arte de la capital, la Academia San Carlos. Ingresó en un horario nocturno debido a que sus responsabilidades familiares lo mantenían ocupado durante el día. Como estudiante se dedicó a practicar el paisajismo, siendo discípulo del italiano Eugenio Landesio, de quien aprendió a profundidad el arte de retratar el paisaje a detalle. Su estadía en San Carlos lo llevó a estudiar también otras disciplinas y ciencias como la geología, la anatomía, la zoología y la botánica, siendo esta última de gran interés para su arte, misma que le daría un factor diferenciador de lo que se pintaba y aprendía en su época.
Su estadía en san Carlos se vio amenazada por su precaria situación económica, situación que se vio resuelta al ganar un concurso lanzado por la misma academia cuyo premio fue una pensión que le permitió concluir su formación y posteriormente le hizo merecedor, a sus 18 años, de una plaza como profesor de perspectiva en el colegio. Ya en esta etapa de su vida, su arte estaba dedicado a la naturaleza y el paisajismo, realizando pinturas del paisaje natural del Valle de México y sus componentes naturales al aire libre, rasgo que le hizo merecedor de una fama fuera de lo convencional a no alinearse a la tendencia anatómica y religiosa de la pintura de su época.
Retratando el valle de México
La enseñanza en San Carlos marcaría su aspecto profesional, mientras que su verdadero genio artístico florecerá retratando la naturaleza del México del siglo XIX y los alrededores del valle de México, realizando múltiples pinturas del panorama rural capitalino. EL detalle de su obra, los múltiples campos de profundidad y la selección de colores hacen de sus paisajes obras de reconocimiento internacional y que fueron muy elogiadas en su época. Velasco fue frecuentemente condecorado en su momento gracias a su talento, recibiendo múltiples premios y reconocimientos en vida por parte de las autoridades artísticas de todo el país, destacando entre todos estos reconocimientos la condecoración de Caballero de la Legión de Honor otorgada por Francia, esto en reconocimiento a las 68 obras del artista expuestas en la Exposición Universal de París en 1888.
Además de su trabajo como paisajista, la ilustración científica y naturalista fueron parte de su expertise, destacando sus ilustraciones de aves, plantas y animales las que lo consagraron como un experto de la ilustración y la acuarela. Su destreza y fascinación por otras ciencias lo convertirían en el perfil de artista académico definitivo, experto en sus áreas, dedicado a la enseñanza académica, interesado en las ciencias y la naturaleza y centrado en una vida artística lejos de orientaciones políticas. Hoy Velasco destaca como uno de los mejores artistas de la historia mexicana, sobresaliente de su época cuya obra hoy se exhibe en los mejores museos nacionales, donde se puede apreciar su magistral trazo y atención al detalle, talento y habilidad que de manera bien merecida lo hizo pasar a la historia como el artista del siglo XIX.