LA DIVA QUE VISTIÓ EL MUNDO
Con una melena blanca como algodón de azúcar, gafas de gran calibre y una actitud que derrocha estilo sin pedir permiso, Iris Apfel se convirtió en un icono indiscutible del diseño de interiores y de la moda mundial. A sus más de 100 años, su nombre evoca color, originalidad y una filosofía estética que ha inspirado a generaciones. Pero Iris no solo es un referente por su apariencia llamativa, sino por la manera en la que rompió moldes dentro del mundo del interiorismo, aportando una mirada lúdica, multicultural y absolutamente personal al diseño de espacios.

Desde Nueva York al mundo, Apfel desarrolló una carrera que se nutrió de viajes, arte, cultura popular y una inquebrantable confianza en el poder de lo inesperado. Esta combinación la llevó a trabajar en proyectos monumentales como la restauración de la Casa Blanca para nueve presidentes estadounidenses, demostrando que su ojo para el detalle no conocía fronteras.
Tejida a mano
Iris Apfel nació en 1921 en Queens, Nueva York, en el seno de una familia de comerciantes. Desde pequeña mostró una afinidad por los objetos únicos y el gusto por las combinaciones inusuales. Estudió historia del arte en la Universidad de Nueva York y arte en la Universidad de Wisconsin, y comenzó su carrera trabajando como editora de interiores para Women’s Wear Daily.

Junto con su esposo Carl Apfel, fundó la empresa Old World Weavers, especializada en textiles de diseño y reproducciones históricas. Esta firma fue clave para el desarrollo de su carrera como interiorista, llevándola a colaborar con instituciones, museos y espacios gubernamentales. Su estilo vibrante y su atención al contexto histórico la convirtieron en una figura recurrente en el diseño de interiores de alto nivel durante varias décadas.
A lo largo de su vida profesional, Iris construyó una filosofía que privilegiaba la autenticidad por sobre las reglas clásicas del diseño. Para ella, el lujo no radicaba en lo costoso, sino en lo significativo. Esta visión le permitió dejar una huella única, abriendo paso a nuevas generaciones de diseñadores que priorizan la identidad por encima de las tendencias.
Con firma propia
Hablar del estilo de Iris Apfel es hablar de maximalismo sin remordimientos. Lejos de los tonos neutros y la moderación de ciertas corrientes minimalistas, Apfel apostó por la saturación cromática, la mezcla de texturas y la acumulación intencional de objetos con alma. Cada uno de sus espacios parecía contar una historia, cruzando culturas, épocas y estilos con una soltura que solo ella podía lograr.
Sus diseños no temían a lo recargado; al contrario, celebraban lo barroco, lo exótico y lo exuberante. Tapices otomanos junto a cerámica mexicana, mobiliario art deco conviviendo con arte africano, y siempre, piezas inesperadas que desafiaban el ojo convencional. En el universo de Apfel, el buen gusto no seguía reglas, lo definía la osadía.

Este enfoque tan audaz fue crucial para abrir una brecha dentro del diseño de interiores que hasta entonces había privilegiado la formalidad. Iris demostró que un hogar puede ser tanto un museo personal como un espacio funcional, y que la belleza no reside en la simetría, sino en la autenticidad. Su legado es, ante todo, una invitación a atreverse.
Del interiorismo a la cultura pop
Aunque su carrera comenzó en los textiles y el diseño de espacios, Iris Apfel se convirtió en una figura mediática global a partir de los 80 años. En 2005, el Metropolitan Museum of Art dedicó una exposición a su estilo personal llamada Rara Avis (Rare Bird), lo que catapultó su imagen a nivel internacional y la posicionó como un referente de la moda y el diseño.



Desde entonces, ha sido musa de marcas, protagonista de campañas publicitarias, estrella de documentales y colaboradora en diseño de productos, desde lentes hasta mobiliario. Su figura ha demostrado que el estilo no tiene edad, y que la creatividad no conoce fecha de caducidad.
Su popularidad en redes sociales y su inclusión constante en listas de influyentes de la moda han hecho de ella un puente entre el diseño de interiores y la cultura pop. Iris Apfel ha logrado algo que pocos interioristas consiguen: trascender su campo para convertirse en un icono cultural en toda regla.
El legado de Iris Apfel es tan colorido como los espacios que diseñó y los conjuntos que vistió. Su visión del diseño como una extensión del carácter personal ha cambiado la manera en la que concebimos nuestros espacios, animando a todos a atreverse a expresarse, sin miedo al qué dirán.

A través del diseño, Iris nos enseña que los interiores no solo se habitan, se viven. Que cada objeto cuenta una historia, y que la suma de ellos puede ser un retrato emocional de quienes somos. En tiempos donde la estandarización amenaza con borrar lo singular, Apfel es un faro que nos recuerda que ser uno mismo nunca pasa de moda.