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El corazón del imperio romano. 

Por Miguel Garfias

Las civilizaciones de la antigüedad se caracterizan por poseer estos lugares de concentración económica, comercial, cultural y social, donde convergen disciplinas de distinta índole dando como resultado la interacción humana que formaría dichas civilizaciones. Uno de los grandes ejemplos de estos centros arquitectónicos son las famosas acrópolis griegas, verdaderos centros comerciales, religiosos, filosóficos y de gobierno, que servían como corazón y motor social y cultural de la civilización clásica de Grecia.

Por su parte, Roma tendría lo propio en su capital imperial, un centro que vería sus orígenes desde la misma fundación de la ciudad eterna, transformándose con el paso de los siglos en todo un centro social, comercial y de administración pública, con edificaciones que hoy lamentablemente no prevalecen, pero cuyas ruinas arqueológicas nos dan una idea de cuán grande fue el centro social de la Roma imperial: el Foro Romano.

Poder y vanidad romana

Los orígenes del Foro nos remontan hasta una Roma bastante joven, lejos aún del imperio que conquistaría Europa y las costas del mediterráneo. Comenzaría como un simple centro de comercio entre las colinas romanas, siendo el valle entre las colinas Capitolina y Palatina su sede allá por el siglo VII a.C. Como todo centro social de la edad antigua, comienza con simples casas de comercio, intercambio de alimentos y algunos edificios administrativos y religiosos. El paso del tiempo, el crecimiento de la sociedad romana y a su vez de su extensión imperial, irían incrementando su importancia, tamaño, y sumando los edificios allí congregados, siendo los más importantes aquellos con una finalidad respecto a la justicia, la administración imperial, la religión y el comercio. 

El Foro se convertiría rápidamente en el orgullo de Roma, el verdadero epicentro de la gloria romana y sus virtudes, un gran templo-comunidad dedicado a la vanidad del imperio. El cambio de emperadores y sus administraciones cada vez más orgullosas, hicieron posible su modernización, embellecimiento y el agregado de arquitectura cada vez más grande y perfeccionada, sumando templos dedicados a la divinidad de los propios emperadores, palacios dedicados al gobierno mismo, y edificaciones que congregaron a comerciantes y manufactureros de todo tipo bajo sus techos. Para cuando el imperio había llegado a su máxima gloria, el Foro había pasado de ser un mero centro comercial rudimentario a toda una ciudad dentro de la propia Roma, de blancas calles embellecidas por la bonanza imperial. 

El Foro

La composición del Foro Romano, del cual hoy sólo prevalecen los restos de su grandeza como un atractivo turístico más, se destacó por la congregación de edificaciones de administración pública, templos, espacios para el comercio y para la reunión social. Entre ellos destacan la Regia, sede del poder monárquico mucho antes de la Roma Imperial. Los grandes templos como el dedicado a Vesta o los erigidos en nombre de la divinidad de los propios emperadores, son otros de los grandes edificios que destacan por su importancia religiosa y su belleza arquitectónica que ejemplifica a la perfección a la arquitectura clásica de la época. 

Otros edificios como el comitium, punto de encuentro de asambleas imperiales, religiosas y sociales, destacó por exponer las formas de edificar en la época dorada de Roma, donde las columnas, los arcos del triunfo, y las grandes casas para el comercio ofrecían una arquitectura exquisita digna de la capital del imperio, con la cantera, piedra caliza y el blanco mármol como sus principales materiales de construcción. 

Lamentablemente este glorioso centro comercial y social de Roma probó los desaires de la decadencia y el olvido cuando la capital del imperio se trasladó a Constantinopla, dejando al Foro en un estado de descuido y decadencia que ni el renacimiento italiano ni el papado pudo rescatar. Contrario a ello, el renacimiento y los siglos posteriores, aunado a los terremotos constantes, terminaron por desmantelar los templos y edificios del Foro para reutilizar sus materiales, quedando hoy solamente sitios arqueológicos que invitan a nuestra imaginación a reconstruir la gloria del Foro de Roma.