La obra escultórica más importante de todo el periodo renacentista
Durante el Renacimiento italiano, el trabajo escultórico supuso una excelente manera de demostrar la destreza de los artistas de la época en busca de la perfección y el enaltecimiento de la figura humana siguiendo la influencia de las culturas clásicas. Patrocinados por mecenas poderosos que iban desde banqueros como los Médici o el papado de la iglesia católica, artistas de renombre como Donatello, Bernini o el propio miguel Ángel podían dar rienda suelta a su genio creativo y esculpir las más hermosas esculturas nunca concebidas por el hombre.
Este recurso más decorativo servía también para reafirmar el poder de quienes gobernaban y encomendaban a sus artistas a trabajar la piedra y el mármol, dejando en claro el poder de la fe y del dinero al tiempo que se embellece una iglesia, palacio o plaza pública. Pero sobre todas las bellas obras escultóricas concebidas en el renacimiento italiano destaca una que supera por mucho cualquier otra obra de su época, enalteciendo una poderosa declaración de poder, el genio irrefutable del maestro Buonarroti en esta disciplina, y sobre todo, demostrando la capacidad del ser humano de recrear la belleza humana en la roca de forma minuciosa y perfecta. Esta es la historia de El David de Miguel Ángel.
La escultura florentina
Los Médici, poderosa familia de banqueros florentina veía diezmado su poder en Florencia, siendo derrotados y expulsados poco antes de que la encomienda que llevaría a Miguel Ángel a esculpir su obra maestra se concretase. Terminaba el quattrocento cuando la Opera del Duomo, institución encargada de la preservación y mantenimiento de obras sagradas, buscaría artistas para la realización de 12 esculturas bíblicas para decorar el exterior del ábside de Santa María del Fiore. Florencia destacaba por su acervo escultórico proporcionado por artistas como Donatello, pero la encomienda para la escultura referente a la figura de David aún no había encontrado autor.
Miguel Ángel Buonarroti, quien había partido de su ciudad natal tras la expulsión de los Médici, buscaría hacerse con el encargo de esculpir la figura de David y dejar un legado digno a su ciudad. Tras esculpir otra de sus grandes obras escultóricas, la Piedad del Vaticano, Buonarroti recibiría finalmente el encargo de el David, mismo que comenzaría a trabajar tan pronto como le fuera posible.
El gigante bloque de mármol
Esculpir el mármol ya era un reto demandante, por lo que esculpir el enorme bloque dispuesto para la figura de David significó toda una proeza para el maestro Miguel Ángel. El artista solía decir que todo bloque de mármol disponía de un alma oculta en su interior dispuesta a florecer mediante el esculpido hasta revelarse hermosa y perfecta, por lo que el bloque otorgado para el trabajo, que había permanecido resguardado por más de 20 años, esperaba para que Buonarroti finalmente liberase la obra maestra que surgió del él.
Miguel Ángel comenzó a cincelar tan pronto como le fue posible, pasando directamente de sus dibujos preliminares al mármol sin crear una escultura previa en yeso como era habitual. El “gigante” como se apodó al mármol que vería nacer el coloso que hoy conocemos, poseía partes huecas y fracturadas, y también algunos daños ocasionados por artistas anteriores que se habían dispuesto a esculpir en él al rey David sin éxito. El resto supuso a Miguel Ángel un camino a seguir, adaptando su cincelada perfeccionista e impecable conforme la naturaleza del mármol se lo permitió.
Tras 2 años de trabajo arduo y monumental, la obra maestra de Miguel Ángel sería elogiada por todo Florencia. Su ubicación se discutió, abogando algunos por colocarla junto a otros trabajos escultóricos en la Loggia dei Lanzi en Florencia, pero sería el deseo aferrado de Buonarroti el que se interpondría ante todos, pues su deseo era que su gran trabajo fuese expuesto frente al Palazzo Vecchio.
Rasgos de su perfección
El detalle que Miguel Ángel dispuso en el David es increíble. El uso del contrapposto hace que su apariencia regia luzca tan bien, en perfecto equilibrio y belleza. El gran tamaño del bloque de mármol permitió a Miguel Ángel agregar detalles precisos como venas, uñas, arrugas y más que enriquecen la humanidad de su colosal escultura, la cual, fue diseñada para poder ser apreciada desde cualquier ángulo, alejándose de la tradicional forma de esculpir para una apreciación meramente frontal.
El David permaneció muchos años frente al Palazzo Vecchio, como un símbolo desafiante ante los enemigos de la República de Florencia, los derrocados Médici y la amenaza latente de los Estados Pontificios. No fue hasta el siglo XIX que su ubicación sería cambiada al interior de la Galería de la Academia de Florencia donde actualmente se expone, siendo sustituido por una copia del mismo material en el exterior. Hoy, es la obra escultórica por excelencia de la historia, exponiendo la habilidad renacentista italiana y glorificando la figura humana en su máximo esplendor, que, si bien posee detalles proporcionales, no deja de ser un logró del arte italiano que hoy se vende replicado al por mayor en Florencia y en todas partes del mundo.