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El proyecto del muralista dedicado a la difusión de las artes en México hoy es una realidad.

 

Diego Rivera es tal vez el pintor más famoso y reconocido de México, siendo todo un referente de las artes plásticas del siglo XX en nuestro país. Con una trayectoria increíble dentro del mundo de las artes, y dejando un gran legado pictórico a lo largo de México, Diego Rivera es el máximo exponente del arte mexicano aún en la actualidad, personaje entrañable que desborda interés tanto por su vida, sus pensamientos, sus aficiones, como por su puesto, su obra artística.

Muralista, pintor, y un completo amante de México y su cultura, Rivera ejerció su labor artística con un alto contenido cultural del México rural y prehispánico, así como de una crítica social y política de su época, quedando este pensamiento de lucha plasmado en muchas de sus pinturas y murales. Más allá de ser un artista prolífico e influyente del México del siglo XX, Diego Rivera fue un visionario que buscó crear un recinto capaz de ofrecer un espacio para los artistas del país, un centro cultural y artístico al mero estilo babilónico, donde todas las disciplinas convertirían en un solo sitio impregnado de la arquitectura y misticismo característico del México prehispánico. 

La Ciudad de las Artes, tal vez el proyecto más ambicioso del artista no logrará concretarse en su momento, siendo un primer paso para ello el hoy Museo Anahuacalli y su característico edificio que hoy resguarda el famoso “idolaje” de Rivera, su colección personal de piezas prehispánicas. En la actualidad, este proyecto ya es una realidad, gracias a una expansión del recinto que buscó cumplir el sueño del muralista de lograr concebir finalmente el bastión dedicado a las artes en México edificado mediante roca, concreto y acero. 

Museo Anahuacalli

El gran amor que profesaba Diego Rivera hacía su país es tal vez la principal razón de este ambicioso proyecto dedicado a las artes, un legado artístico que el muralista esperaba dejar al pueblo de México. Junto a su esposa Frida Kahlo adquirió algunos terrenos ubicados en el Pedregal de San Ángel, zona antiguamente volcánica que hoy se caracteriza por su vegetación regional y por su peculiar terreno volcánico. Comprados en un inicio para ser una granja propiedad de la pareja de artistas, Diego Rivera tomaría la decisión de utilizar el terreno para edificar un recinto pensado para las artes en México, que a su regreso de su viaje a San Francisco en 1941 comenzaría su construcción.

El hoy Museo Anahuacalli fue ideado por Diego Rivera como una obra que conectaría la modernidad del siglo XX con el México prehispánico mediante una arquitectura adecuada una serie de simbolismos predispuestos a lo largo y ancho del museo. La monumental edificación principal del Anahuacalli se asemeja bastante a las grandes pirámides prehispánicas del Valle de México, sirviendo como un conector entre el México del presente con las raíces indígenas y su multicultural pasado. 

Resguardando miles de piezas que van desde elementos olmecas, zapotecas, toltecas y teotihuacanas, el museo Anahuacalli sirvió como piedra angular del ambicioso proyecto que lamentablemente Rivera no vería en vida, pero que el tiempo lograría concretar en pleno siglo XXI siguiendo las indicaciones del artista tal cual visualizó su Ciudad de las Artes.

La Ciudad de las Artes

Entre los años 1945 y 1950, Diego Rivera redacta una serie de requisitos que componían su visión para la Ciudad de las Artes, el mayor complejo artístico de México que el muralista planeaba dejar a su nación. En él, se mencionaba la edificación de varios edificios y plazas, entre las que destacan:

-Un Museo de arte mexicano con 9 recintos.

-Un local para exposiciones permanentes, de gran tamaño.

-Una macro plaza de mil metros de longitud, con un escenario al centro, destinada a la celebración de las artes, la música, el teatro, la danza, y las festividades típicas de todas las regiones del país, incluidas las celebraciones indígenas.

-Talleres para artesanos ubicados alrededor de la plaza con una arquitectura similar a la prehispánica, dispuestas en los cuatro puntos cardinales. 

-Museos de arquitectura, música y danza edificados en los alrededores de la plaza, así como foros para conciertos y teatro experimental. 

La visión de Diego Rivera buscaba que el Anahuacalli, AKA Ciudad de las Artes, se convirtiera en una verdadera comunidad dedicada a las artes, un entorno de cambio creativo que transformara a las generaciones de artistas de todo México mediante la enseñanza cultural en un entorno que evoca las raíces prehispánicas y despertar el orgullo por los orígenes de todo artista mexicano. La Ciudad de la Artes también debería respetar arquitectónicamente los terrenos de la región, tanto sus desniveles como su vegetación, mismos que, en palabras del muralista, dotarán al entorno de una mística especial para concretar su meta de transformar la cultura del país. 

Hoy, el Anahuacalli por fin puede denominarse a sí mismo como la Ciudad de la Artes de Diego Rivera gracias a la expansión de sus salas y recintos de exhibición, los cuales, siguiendo los requerimientos de su fundador, hoy buscarán concretar el sueño de transformar el arte en México mediante un espacio abierto a la exposición, elaboración, comercialización y difusión de las artes multidisciplinarias en el México del siglo XXI.