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El diseño funcional y directo es hoy una tendencia de anti diseño.

 

Pocos son los casos donde la arquitectura logra trascender hasta otro formato como lo es el diseño, que si bien puede influenciar estilos o tendencias, es interesante cuando una corriente transmuta de un formato a otro de la manera que veremos a continuación. El brutalismo hoy adquiere popularidad tanto en la arquitectura como en el mundo del diseño gráfico, donde, al igual que en la edificación, no se trata de una disruptiva llegada completamente innovadora, sino que rescata elementos de su existencia pasada y se adapta a la nueva era de la digitalización siguiendo los mismos estándares que en el pasado, ser un estilo de anti diseño.

Transgresión brutalista

Sin dejarnos llevar por la fuerza y tal vez agresividad de la palabra brutalista, debemos recordar su significado: bruto, crudo, al natural y con neutralidad. Así como en la arquitectura el brutalismo sirve a la funcionalidad siendo meramente utilitario y ajeno a cualquier esquema de ornamentación y estética como en otros estilos de edificación, en el diseño no es diferente el caso. 

En el diseño gráfico vemos que hoy en día éste debe ser estético, armónico y agradable a la vista para ser funcional en un mundo donde la digitalización demanda propuestas y composiciones sumamente elaboradas para atraer la atención de una sociedad acostumbrada al maximalismo y a lo dinámico. Contrario a esto, y de ahí su apodo de anti diseño, el brutalismo gráfico o Brutalist Design rompe esta creencia demostrando que el diseño, ya sea artístico, comercial o publicitario, puede compartir un mensaje de manera efectiva simplemente con los elementos necesarios para su utilidad, apoyándose de la monocromía, la neutralidad de ciertas texturas y lo conciso que puede llegar a ser el uso tipográfico. 

El brutalismo, tanto en el diseño como en la arquitectura, desecha lo innecesario para su funcionalidad, rasgo ligado al minimalismo, pero que contrario a este, no aboga por el uso mínimo de elementos, sino que utiliza aquellos que serán realmente útiles para compartir un mensaje, idea, o historia aunque esto requiera de una estética directa y muchas veces fría. Buscando cumplir los requerimientos, el brutalismo en el diseño se enemisto de aquellos que se acostumbraron al color y la composición armónico, puesto que los recursos que utiliza nuestro estilo de diseño sobrio y neutral se sustenta en la rigidez de las formas y la solidez de los elementos que acompañan la propuesta gráfica.

La composición debe ser concisa

Muchos desprestigian al brutalismo por la frialdad de su carácter ante otros muchos estilos más populares y mejor vistos por la sociedad, ya que que este anti diseño no busca enamorar mediante el color, la forma y el dinamismo en la composición, sino ser útil y funcional al momento de comunicar, sea lo que sea. Para ello, debe valerse de formas geométricas y rasgos simples, elementos que no distraigan de lo que se busca comunicar. 

Sus colores suelen ser neutros, partiendo del negro, el blanco y el gris, que en combinación con cualquier otra tonalidad debe contrastar sin exagerar. Ser monocromático le funciona bien, más cuando la tipografía, otro gran aliado del brutalismo gráfico, llega a contribuir con la causa comunicativa, contrastando mediante trazos preferentemente gruesos con fondos de la misma gama de colores. Esta apariencia fría y poco llamativa (en comparación a lo que estamos acostumbrados hoy en día) ha hecho que se le asocie con las tendencias totalitarias del pasado, en un contexto vintage negativo que, para quienes no conocen el medio del diseño, sus tendencias y las virtudes de este estilo en particular, parece de mal gusto.

En la era del internet, el brutalismo poco a poco se abre camino como la siguiente tendencia del diseño gráfico, siendo favorecido por el retorno del eterno minimalismo en un mundo que busca darse un respiro de la saturación que nos ofrece la era de la inmediatez y se busca apaciguar los medios con algo funcional, eficiente, que proponga una nueva perspectiva de lo que comunicar, y sobre todo del diseño mismo, puede llegar a ser. ¿Será que estamos ante la década del brutalismo del siglo XXI? Habrá que ver.