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La milenaria capital del Reino Unido

 

De entre las capitales mundiales existe un referente que lleva por excelencia el título de capital cosmopolita, logrando trascender más allá de los siglos, modernizando con el paso de los años, y recopilando toda una colección de aspectos culturales, financieros, políticos, simbólicos y de entretenimiento, que a pesar del paso de los años, no deja de ser uno de los centros urbanizados más antiguos e importantes del mundo occidental, legendaria por toda su historia y elementos que la componen, haciendo de esta la capital británica una de las ciudades más increíbles de la historia moderna. 

Si, nos referimos a Londres, capital del Reino Unido, sede del poder occidental de Europa, y principal referente de lo que una metrópoli europea significa en la actualidad, mezclando la historia antigua de sus calles, edificios y estilo de vida con una creciente modernización que no ha hecho más que enriquecer su influencia para el mundo, donde la tradición se adapta y prevalece, compartiendo lugar con lo más moderno del siglo XXI.

Describir a Londres en una sola palabra es imposible, por ello, analizaremos su composición milenaria, conociendo sus orígenes hasta llegar a la época moderna, etapa donde Londres pasaría de ser una comunidad más del imperio romano hasta convertirse en la capital de un Imperio revolucionario y ser la sede de una de las monarquías más relevantes de la actualidad, que, si bien no logra influenciar la modernidad de hoy, mantiene uno de los estilos de vida más prósperos del mundo.  

Londinium

La historia civilizada de Londres comienza como un asentamiento romano en la isla que hoy conocemos como Gran Bretaña, siendo esta una de las comunidades del imperio romano más importantes al Norte de Europa, conocida bajo el nombre de Londinium, palabra de la cual deriva su nombre actual. Lamentablemente, tras la caída del imperio y su posterior abandono, Londinium se convertiría en un asentamiento en ruinas que no vería actividad humana hasta cuatros siglos más tarde. 

Con la unificación del Reino de Inglaterra en el siglo X y el establecimiento de un estado feudal en la región, Londres se convirtió en el centro político del reino y una de las ciudades más importantes de Europa durante la Edad Media. Durante este periodo, Londres comenzaría a concentrar gran parte de los edificios monárquicos más importantes, siendo la Torre de Londres (hogar del tesoro de la corona), la Abadía de Westminster (donde sería coronado el propio Guillermo I, duque de Normandía) y el Salón de Westminster. 

Trascendencia occidental

La fama e importancia de Londres en la historia moderna tiene un sinfín de episodios históricos que sustentan su naturaleza como capital del progreso y la modernización de Europa y del hemisferio norte. Comenzando por su comportamiento feudal, la monarquía británica logró sacar a flote a un reino separado de un continente altamente católico, fundando su propia religión (anglicana, bajo el reinado Tudor) y garantizando la soberanía de los ingleses mediante la naturaleza naval. En este contexto, Londres se convirtió en un bastión naval, comercial y político por varios siglos, convergiendo en sus calles el avance tecnológico, un comercio creciente de múltiples productos y especias, y el desarrollo social rumbo a épocas más civilizadas.

La composición urbana de Londres acercándose el siglo XIX convirtió a la capital británica en un centro urbano como ningún otro, repleto de cultura, entretenimiento, comercio, finanzas marítimas, política y un protagonismo monárquico relevante. Esta situación dio pie a lo largo de los años para que Londres creciera de forma exponencial más no desbordada, siendo lo que hoy conocemos como la City de Londres el núcleo de modernización y comercio más importante de Europa. Así como vio el auge de su arquitectura y urbanización, tambien fue victima de distintos sucesos que pusieron a prueba su naturaleza y la de sus habitantes, tales como plagas, incendios, terrorismo, y en épocas más modernas, asesinos seriales y los daños de una guerra mundial.

Capital del mundo moderno

Así como lo británico es sinónimo de modernización, revolución, industria y progreso, Londres representa ser la sede definitiva de estos adjetivos para el mundo occidental. Lo ocurrido en sus calles repercutirá en el mundo entero debido a su importancia y trascendencia, siendo sus avances tecnológicos, comportamientos y estructura sociales, tradiciones, descubrimientos, conocimientos y claro, su arquitectura, una fuente de influencia para el desarrollo de los países europeos y más allá del atlántico, siendo América un gran admirador secreto de lo que en sus calles llegó a hacerse.

Ya entrado el siglo XIX, Londres se convertiría en la principal influencia del hemisferio occidental, gracias a su progreso, derivado de la revolución industrial, y la ilustración, que daría como fruto un florecer intelectual tanto en la cultura, el conocimiento científico, y las artes. Rápidamente las costumbres de los londinenses serían un referente de comportamiento social al cual todos querían aspirar, un fenómeno que prevaleció por muchos años hasta la llegada de las guerras mundiales, que de alguna forma demostraron que la grandeza imperial británica nunca fue intocable.

Icónica capital

Alejándonos un poco de su historia e influencia y concentrándose en su naturaleza urbana, Londres destaca de entre sus hermanas alrededor del mundo por ser una ciudad sumamente tradicional, naturaleza que sus icónicas edificaciones, bastante abundantes, y su arquitectura logran representar a la perfección. Elegante y cosmopolita, Londres atrae todo tipo de fenómenos a sus calles laberínticas, donde en cada esquina hay algo que degustar, que presenciar o que descubrir. Si bien hoy la reconocemos fácilmente por sus exponentes más famosos como el Buckingham Palace, la Torre Elizabeth o Big Ben, o bien, sus autobuses rojos de doble piso y casetas telefónicas, Londres es mucho, pero mucho más que eso. 

La City de Londres es un epicentro de cultura y entretenimiento, donde cada edificio tiene una historia, cada calle conecta a un pasaje urbano digno de mencionarse, y cada persona compone una pieza importante de su naturaleza hoy más diversa que nunca, donde los prejuicios quedan de lado y una libertad que pocos esperarían encontrar en sus calles se extiende para quienes la visitan. Música, arquitectura, comercio, moda, gastronomía, transporte, entretenimiento, finanzas, política y su icónica monarquía, es solo la punta de un iceberg amante del té conocido como Londres.