La apropiación del régimen soviético sobre este estilo arquitectónico crudo, funcional y económico.
El estilo brutalista es reconocido por sus grandes atributos: su funcionalidad y los bajos costos de su implementación. Resistente gracias a su protagonista el concreto, desde su aparición a mitad del siglo XX este estilo se ha convertido en el favorito de la edificación económica, funcional y práctica, siendo apropiado por el gran régimen socialista del siglo XX, la Unión Soviética, como el estilo arquitectónico definitivo del comunismo.
No por nada hoy el brutalismo es asociado al totalitarismo o a los grandes regímenes políticos, pues fue gracias a la implementación de este estilo como una solución a la crisis de vivienda por parte de los soviéticos que el brutalismo encontraría un aliado un tanto incómodo para su florecimiento en medio de un mundo sumamente polarizado. Siendo parte de su visión utópica comunista, el brutalismo vendría a representar la arquitectura del pueblo soviético en la segunda mitad del siglo XX, contribuyendo en gran medida a generar esta apariencia sobria que caracteriza el urbanismo socialista de la URSS por su compacta naturaleza, su masa y el color gris en bruto del hormigón.
Crisis de vivienda soviética
El régimen soviético siempre se jactó de ofrecer una vasta tierra de igualdad para todos sus habitantes, donde el alimento, el calzado, la ropa y la vivienda eran una obligación para el gobierno socialista, lo cual se cumplía, más no de la forma que uno podría catalogar como digna. Por mucho tiempo existieron edificios comunitarios compartidos que garantizaban un techo para los ciudadanos, sin embargo, no en las mejores condiciones o al menos la privacidad no tenía lugar en el régimen comunista de Lenin y sus sucesores.
Compartir tu hogar con extraños y utilizar servicios como el baño de manera compartida era una realidad en la era soviética, donde todos tenían un hogar, pero no de manera individual. Con el paso del tiempo esto cambiará gracias a las nuevas políticas del partido comunista después de la Segunda Guerra Mundial, y por supuesto, debido a la crisis de vivienda que el conflicto legaría las grandes ciudades rusas. Cientos de miles de familias habían sido desplazadas y sus ciudades destruidas, por lo cual el gobierno de Stalin debería implementar rápidamente una solución práctica, rápida funcional y resistente para dar un techo a sus ciudadanos y cumplir la palabra comunista que aseguraba que “en la Unión Soviética, para tener un hogar, solo era necesario nacer en la URSS”.
Urbanismo brutalista
La gran solución de los soviéticos sería implementar el nuevo estilo de posguerra que llegó a Europa para reconstruirla: el brutalismo, un estilo arquitectónico barato y de rápida edificación, el cual cumplía con las condiciones necesarias para otorgar una vivienda digna y resistente para quien lo necesitase en plena época de reconstrucción. Sería en esta época donde los grandes complejos departamentales de aspecto sobrio surgirían a lo largo de Europa, principalmente en los países más afectados por el paso del conflicto, siendo el territorio soviético el que acogería este estilo como la forma definitiva de construir hogares para sus pobladores.
En su utópica visión comunista, la URSS edificaba sus ciudades siguiendo un estilo urbano completamente brutalista, construyendo grandes edificios de muros de concreto carentes de ornamentación innecesaria que no tuviese función alguna respecto a la vivienda. Construcciones geométricas, rígidas, grises y compactas proliferaron a lo largo del territorio soviético, brindando a sus ciudadanos hogares particulares que cumplían con las necesidades básicas de una casa propia no compartida, pero que sin duda ofrecían un panorama monótono y casi hasta deprimente por sus diseños carentes de la modernidad americana de los años 60s y 70s.
Fácil, rápida y barata, la arquitectura departamental brutalista sería la solución definitiva de la URSS para su filosofía comunista. Si bien en América, la modernidad capitalista ofrecía espacios propios en cada hogar como jardines particulares y otras áreas residenciales; los soviéticos lo compensaba generando amplios espacios compartidos como parques, plazas y otros servicios para los grandes bloques departamentales. El urbanismo brutalista y utópico de la Unión Soviética al final del día cumplía con su palabra, ofreciendo estructuras dignas y funcionales para el “pueblo”, que, aunque no poseían la belleza del Mid Century Norteamericano altamente capitalista, brindaban hogares que cubrían las necesidades básicas de las familias soviéticas. Hoy estos edificios y complejos departamentales son vestigios característicos de una época que ya fue, donde la gloria comunista y su utópica visión de igualdad y progreso sólo alcanzó para edificar grandes bloques de concreto, hoy en su mayoría deshabitados.