El segundo edificio más alto del planeta reside en Shanghái, siendo todo un ícono de la arquitectura nacional china
La apuesta de China por la edificación vertical se ha visto envuelta recientemente en una serie de restricciones respecto a la altura que las futuras construcciones de altura tendrán en el territorio chino, esto buscando controlar la creciente edificación vertical de los últimos años bajo el argumento de que muchas de estas son realizadas bajo los conceptos de lujo y derroche y no buscando funcionalidad, mostrando muchos de ellos un bajo índice de ocupación. En los últimos años, las autoridades chinas pasaron de restringir la edificación de rascacielos de más de 500 metros de altura a establecer como límite los 250 metros. Si bien ciudades como Shanghái se caracterizan por su verticalización, hoy estas medidas han dejado pocos edificios sobresaliendo del panorama urbano que exponen su gran altura ajenos a las nuevas restricciones.
El más icónico de ellos es la Torre Shanghái, un rascacielos de 632 metros de altura, el segundo edificio más alto del mundo sólo por detrás del Burj Khalifa en Dubái. La Torre Shanghái ha logrado establecerse como todo un hito en la edificación de China, tanto por su innovador diseño en espiral conformado por múltiples edificios superpuestos, su naturaleza sustentable y claramente, por ser un rascacielos de significativo tamaño que sobresale del panorama de modernidad de la urbe china. Ajeno a todo tipo de restricción actual, la torre hoy en día es un orgullo para la infraestructura del país, que a 7 años de su conclusión sigue maravillando dentro del campo de la arquitectura moderna del siglo XXI.
Entorno urbano vertical
El concepto del actual segundo rascacielos más alto del planeta se centra en la idea planteada por la firma arquitectónica Gensler, la responsable de su innovador diseño, la cual busca aprovechar la verticalización de la ciudad de Shanghái para expandir su entorno urbano, esta vez de una forma diferente. Si bien las ciudades se expanden cuando necesitan crecer, la Torre Shanghái propuso algo diferente, crecer hacia arriba, no solo como un rascacielos de múltiples pisos, sino como un entorno urbano moderno apilado bloque tras bloque.
La Torre Shanghái no es otro rascacielos de altura más en el panorama urbano de Shanghái, sino que concentra en sus 128 pisos toda una ciudad repleta de tecnología, entornos naturales y áreas de esparcimiento, trabajo y más. Piso tras piso, la torre reúne toda clase de negocios, oficinas y espacios públicos haciendo de la torre una extensión más de la ciudad pero de forma vertical, donde restaurantes, cafés, tiendas, oficinas y más se alzan al cielo sin comprometer la expansión urbana de tan importante urbe china.
Diseño ultramoderno
La torre fue diseñada para componerse de 9 edificios ascendentes, apilados unos de otros, cuya forma en espiral hace parecer que el edificio gira conforme se eleva hacia el cielo, dándole ese aspecto moderno característico de la arquitectura del siglo XXI. Su fachada está recubierta por cristal a modo de capa externa, misma que contribuye a su naturaleza sustentable que regula la temperatura interior y promueve la entrada de luz natural la mayor parte del día, generando un ahorro considerable de energía eléctrica en tan imponente construcción.
Tal vez su característica más llamativa es la de sus espacios públicos y jardines interiores, que terminan de dar forma al concepto de ciudad vertical apta para todos los ciudadanos mediante los 9 jardines distribuidos a lo alto del rascacielos. Además, su diseño asimétrico lo blinda ante los fuertes vientos de la zona costera de Shanghái y los tifones muy comunes de la región, manteniéndolo fuerte a pesar de su increíble altura como el edificio más alto de China.
Orgullo sustentable
Si bien la enorme edificación, que es todo un logro para la infraestructura de la china moderna representa el orgullo y ejemplifica el potencial de la nación que busca ser la potencia económica del mañana, ya representa a la China del siglo XXI mediante su modernidad e imponente tamaño, la naturaleza sustentable que rodea el proyecto hacen de la torre un baluarte arquitectónico del mañana.
El rascacielos demostró un ahorro considerable de más de 58 millones de dólares durante su construcción gracias al uso de materiales de menor impacto ambiental. Por otra parte, su diseño favorece el aprovechamiento del entorno natural, que a pesar de ubicarse en plena metrópoli urbanizada, aprovecha algunos elementos naturales como la absorción de agua de lluvia, permite la entrada de luz natural en todo el edificio y su doble capa exterior regula la temperatura de la torre mediante una climatización natural de bajo consumo eléctrico.
No cabe duda que la edificación vertical es una excelente forma de reafirmar poder económico ante el planeta, que si bien no es una práctica nueva (como hemos visto en las principales ciudades estadounidenses), hoy las próximas potencias económicas del planeta hacen uso de esta vieja favorita y exponen su potencial mediante edificaciones innovadoras que sin duda dejan muy claro su punto.