De paraíso a futuro fracaso urbanístico.
Desde el anuncio oficial hace dos años, en EDIFICA hemos seguido la pista del más innovador proyecto urbanístico de la década de la mano del mayor productor de petróleo de la actualidad: Arabia Saudí. A lo largo de todo este tiempo, hemos visto las actualizaciones más recientes de su ciudad insignia, The Line, mismas que han pasado de ser un proyecto tentativo de cara a 2030 a convertirse en una realidad que hoy ya involucra excavadoras y toneladas de CO2 ascendiendo en el desierto del norte del país árabe. Si bien este proyecto nace como una alternativa futurista bastante prometedora para el futuro de la humanidad con una propuesta bastante peculiar, hoy todo apunta a un rotundo fracaso urbanístico y ambiental por parte de los expertos que lo analizan desde fuera.
Lo que en su momento fue considerado un delirio del príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán, de pronto y en tan sólo dos años, pasó de convertirse en una alternativa para ya no depender del petróleo y los combustibles fósiles a una realidad, que si bien pinta futurista, prometedora, y bombardea con la tendencia arquitectónica y urbanística de la edificación moderna (sustentable, ecológica, libre de CO2), hoy es analizada y prevista como una mala decisión urbanística de proporciones monumentales, que más que llevar a la humanidad a otro nivel de sustentabilidad y habitabilidad en el mundo moderno, hoy implica una catástrofe que aunque el dinero pueda edificar, no es nada recomendable y se queda en un capricho que se mira bonito y futurista.
Recap de The Line
The Line es la siguiente megaestructura del siglo XXI, orquestada por el príncipe Mohamed bin Slmán, la cual busca edificar una ciudad de 170 kilómetros de extensión entre dos rascacielos de la misma extensión y 500 metros de altura. Su diseño podría llamar la atención de cualquiera pues manifiestan una estructura revestida de espejos en medio del desierto, extendiéndose en línea recta desde las costas del Mar Rojo hacia el interior del desierto. Promete, entre otras muchas cosas, ser una ciudad libre de CO2 y de vehículos motorizados, llevar a sus ciudadanos a sitios de interés en cosa de 5 minutos, contar con un tren de alta velocidad, y vivir en un paraíso ambiental sustentable dentro dos grandes rascacielos que hagan de esta ciudad un verdadero paraíso que de solución a los problemas urbanos y ecológicos de nuestro tiempo.
De paraíso prometido a un colapso urbano
Vendida como una ciudad digna del mañana, hoy The Line muestra su lado más catastrófico, que pinta según los expertos en la materia al fracaso urbanístico en todos los sentidos. Hace dos años The Line resonaba en medios como la alternativa del futuro a la distribución de las ciudades y el uso de tecnologías sustentables dignas de la arquitectura moderna, sin embargo, hoy parece que el plan maestro del príncipe pinta para convertirse en un problema mayúsculo para los futuros millones de ciudadanos que ahí habite y posteriormente, una pérdida descomunal de dinero invertido en este delirio desértico. Parte del proyecto futurista NEOM, The Line hoy muestra muchos puntos en su contra, que al ser analizados por expertos urbanísticos, estructurales, ambientalistas y demás, pasa de ser un paraíso digno del siglo XXI a una torre de naipes que se tambalea ante el mundo.
Se puede construir, claro que sí, y el dinero necesario está ahí listo y por montones, sin embargo, no quiere decir que esta mega obra sea ideal. Su diseño impresiona y su idea hace lo propio, pero analizada a profundidad destacan inconsistencias y fallos en su planeación que hace que a la larga este proyecto se convertiría en un martirio. Para poner en contexto esto, muchos señalan que lo que promete solucionar The Line para sus futuros ciudadanos, no es muy cierto del todo ya analizando distancias, tiempos y distribución. The Line asegura que todo estaría a tan solo 5 minutos de distancia, pero la distribución real afirma que todo destino, principalmente el lugar de trabajo quedaría a 60 minutos de trayecto contando el famoso “tren de alta velocidad”, el cual, tampoco llenaría las expectativas. Al querer cubrir una distancia tan grande, su alta velocidad se vería reducida por la enorme cantidad de estaciones (estimadas en 86), por lo que el trayecto se volvería lento.
Cimentado en un desastre ambiental
Otro punto para destacar es que The Line y NEOM se jactan de ser una alternativa para el medio ambiente y su preservación, decorando su ciudad con vegetación, árboles y arroyos artificiales. Sin embargo, la ciudad lineal estaría cimentada en un caos de emisiones de CO2 que hoy ya se ejecuta, liberando cantidades descomunales de contaminantes para excavar, cimentar y levantar los dos rascacielos de 500 metros de altura y 170 kilómetros de extensión. La realidad al final es que para construir este paraíso sustentable será necesario crear una catástrofe de contaminación auspiciada por el petróleo saudí, algo que ya se ejecuta y que tiene al mundo con la mira en esta mega estructura que cimentará el paraíso sustentable del mañana en un infierno de CO2 y combustibles fósiles, sin analizar el impacto humano que podría repetir situaciones como las controversiales edificaciones en Qatar.
The Line hoy se convierte en un proyecto sumamente cuestionable, dejando atrás esta maravilla arquitectónica que significó durante su anuncio. Sus implicaciones estructurales, urbanísticas, de movilidad e impacto ambiental hoy hacen del proyecto más importante de Medio Oriente una de las obras arquitectónicas más cuestionables del momento. Haciendo oídos sordos a las recomendaciones de expertos y siguiendo su plan inicial basado en los designios de NEOM y su representante el príncipe heredero, The Line sigue su camino a través del desierto con miras a una construcción destinada al fracaso urbano, por lo que seguiremos analizando este proyecto en nuestras páginas de cerca los próximos meses.