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La legendaria ciudad más grande de Mesoamérica. 

 

Zonas arqueológicas hay a lo largo y ancho de México, puesto que el pasado prehispánico de nuestro país se caracteriza por la riqueza cultural de civilizaciones mesoamericanas anteriores a la llegada de la colonia, destacando de este fenómeno centro arqueológicos que hoy son todo un patrimonio y tesoro para nuestra nación. La historia nos indica que en nuestra región florecieron diversas culturas de diferentes características, idiomas, creencias y estilos arquitectónicos que, si bien comparten similitudes unas con otras, cada una posee su propia historia, localización e influencia sobre la región.

De todas ellas destaca una región que se caracterizó por su peculiar condición de abandono al ser encontrada por los Mexicas casi cinco siglos después de su abandono, siendo ya un misterio para la cultura Azteca allá por el siglo XIV. Si bien en nuestro acervo destacan zonas arqueológicas y complejos prehispánicos de gran renombre, sobresale de ellos una enorme ciudad, la más grande de su tipo, y que en su época de gloria probablemente se trató de la ciudad más grande del continente. Coronada por dos pirámides y un territorio de más de 40 kilómetros, el misterio y magnificencia de Teotihuacán hoy nos lleva a conocerla más a profundidad. 

La ciudad donde nacen los Dioses

La historia de esta enorme urbe mesoamericana está rodeada de mitos, leyendas y misterio, siendo la información que hoy conocemos, comenzando por su nombre, una interpretación dada por sus descubridores los Mexicas en el siglo XIV, época para la cual esta gigantesca ciudad de rocas y pirámides ya se encontraba con más de 500 años de abandono. Su nombre, otorgado por los Mexicas que la descubrieron durante sus incursiones, no es el original, y poco se sabe a ciencia cierta de este recinto pues no se dejaron artículos ni grabados que explicaran los porqués de sus habitantes tanto para construirla como para dejarla en el abandono. 

Se sabe que la ciudad probablemente vivió una época dorada de 300 años antes de su abandono, donde reinó como la ciudad más grande de toda Mesoamérica, coronada por las enormes pirámides que hoy fascinan a sus visitantes: la Pirámide de la Luna (la más antigua), ubicada al norte del trazado de la ciudad; y la Pirámide del Sol, una enorme construcción de más de 225 metros de lado y una altura de 63 metros. De sus autores, habitantes, idioma y cultura se sabe poco, quedando en teorías el atribuir a quien perteneció dicho complejo, destacando de estas hipótesis culturas como los Otomíes y los Totonacas. 

Ciudad de Dioses

La fama de Teotihuacán recae en su tamaño, puesto que representa ser un complejo arquitectónico de grandes proporciones, tanto por la extensión de su territorio como por los edificios que ahí se encuentran, mismos que destacan en el panorama al noreste de la Ciudad de México como un impresionante centro de culto para una civilización perdida hace ya varios siglos. Teotihuacán representó un centro comercial, político, religioso, artístico y arquitectónico como ningún otro en su época, con pirámides y templos dedicados a los más grandes dioses de la cultura mesoamericana: Tlaloc, Quetzalcóatl, Tezcatlipoca, Chalchiuhtlicue y Huehuetéotl. 

Como centro religioso fue impresionante, con sus pirámides como protagonistas. Como centro comercial y político, representó toda una urbe dominante, con la bautizada por los mexicas Calzada de los Muertos como principal vía urbana, donde los comercios y centros educativos flanqueaban la avenida más importante de la ciudad por casi tres siglos según vestigios cerámicos encontrados. Su trazado, que sigue una retícula bien planificada, arroja datos sobre el conocimiento que sus constructores poseían respecto a la orientación geográfica e incluso celeste, puesto que sus edificios y algunos recintos dentro del complejo, parecen servir a un propósito astrológico según ciertas fechas al año.

Siendo una maravilla arquitectónica mesoamericana, y hasta una proeza para sus arquitectos y constructores, Teotihuacán es hoy una ciudad impresionante y rodeada de leyendas, misterio y teorías respecto a sus orígenes, su propósito y su misterioso abandono. ¿Qué función tuvo la enorme Pirámide del Sol y su compañera, la de la Luna, para el complejo y sus habitantes? ¿Qué idioma hablaron? ¿Cuál fue el nombre de sus dioses y concepción de cosmogonía? ¿Por qué se fueron, abandonando una ciudad tan única como la que dejaron atrás? Son incógnitas que la arqueología y el estudio de esta fascinante zona arqueológica prehispánica al noreste de la capital mexicana buscarán resolver en los años venideros. Por ahora, nos queda solamente maravillarnos por la gloria de la ciudad donde nacen los Dioses.