La cuna de la cultura occidental.
Por Miguel Garfias
La frase “todos los caminos llevan a Roma” es tan cierta como admitir la eterna existencia de esta milenaria capital europea. Roma, si algo se puede decir de ella es que hoy es uno de los bastiones culturales más importantes de la civilización occidental, una ciudad que logra preservar siglos y siglos de historia en todos los sentidos, desde lo cultural hasta lo arquitectónico, desde lo social hasta el propio origen de las lenguas romances. Roma es una ciudad única en su tipo, perpetuándose en la historia como el epicentro de toda la civilización occidental hasta llegar a nuestros días, donde sus edificios, contribuciones e historia se mantienen intactos y listos para ser admirados por generaciones y generaciones.
La ciudad eterna prevalece en el corazón de la península itálica como un paraíso de cultura, el último de todo un mundo ya perdido en el pasado, una ciudad que ha visto nacer y caer imperios, que ha alcanzado fronteras como ninguna nación jamás lo hizo, la capital de todo un fenómeno histórico del cual hoy podemos apreciar sus vestigios en calles y edificios, ruinas de lo que fue una capital perpetuada en el tiempo. La leyenda forjó su nacimiento y fundación, el intelecto humano la colocó como el centro del mundo antiguo, y hoy, es la ciudad más importante culturalmente hablando, una ciudad museo dedicada a la propia civilización occidental.
Fundada para la eternidad
Con el Río Tíber como su principal fuente fluvial, Roma surge en el andar histórico, según la tradición, en el año 753 a.C., un 21 de abril para ser más exactos. La historia y la tradición colocan a los gemelos Rómulo y Remo como los fundadores de la ciudad, siendo el primero el primer Rey de Roma. La historia de la ciudad pasaría por diversos gobernantes y formas de gobierno, de la monarquía a la república oligárquica, y claro, posteriormente a ser catalogada como uno de los imperios más grandes de occidente, siempre sirviendo como capital y epicentro de toda actividad cultural, política, social, militar, etc.
El pasó de los siglos no hizo más que construir una ciudad eterna a la que el tiempo no haría más que fortificar sus cimientos y nutrir su naturaleza, siendo los períodos imperiales, medievales y renacentistas sus grandes épocas doradas, periodos donde florecerán en sus calles las artes, la tradición, la política y básicamente los verdaderos cimientos de la cultura occidental contemporánea. El Tíber, su río, no hizo más que presenciar el crecimiento de una ciudad arquitectónicamente hermosa de múltiples estilos de edificación y urbanismo, muchos de los cuales aún se levantan inmutables al paso del tiempo, cumpliendo la promesa de mantener a Roma en pie hasta el final de los tiempos.
Influencia imperial por el mundo
La capital del imperio romano y posterior bastión de la iglesia católica ante el mundo occidental influiría en gran medida con el desarrollo histórico de Europa y el mediterráneo, siendo su lengua el Latín el antecesor de muchas de las lenguas romances expandidas por el mundo; su república y el famoso derecho romano, son otras de las grandes contribuciones históricas que Roma vería nacer y forjarse en sus edificios y calles como capital del mundo occidental de la antigüedad, presenciando a su vez el nacimiento del cristianismo y su transformación en la poderosa iglesia católica que gobernaría gran parte de Europa y el mundo en los siglos posteriores a la caída del imperio.
A lo largo del mediterráneo y en la Europa continental, e inclusive hasta las islas británicas, Roma dejaría un legado cultural verdaderamente importante para forjar la civilización moderna, importancia que le garantizo su prevalencia simbólica e histórica en el mundo actual. Hoy, la cita eterna representa uno de los vestigios históricos más influyentes del planeta, un conector directo con el pasado occidental del mundo y sus civilizaciones, el origen de toda forma de gobierno, comportamiento social, y claro, concepción arquitectónica, siendo sus orígenes clásicos, su desarrollo medieval y la consolidación de la belleza renacentista las líneas arquitectónicas que formarían a Europa y la edificación del hemisferio occidental.
Arquitectura única
Roma se caracteriza en gran parte por su acervo arquitectónico, el cual recolecta edificaciones de distintas épocas y estilos, siendo su suelo el territorio que vería nacer estilos como el renacentista, el románico y la edificación clásica importada de la antigua Grecia y adoptada libremente en sus calles durante la época imperial. En tiempos tempranos, sus formas de construcción de asbesto, la generación de caminos pavimentados y levantamiento de puentes innovaron la forma de construir en la región, legado que contribuiría a edificar un imperio y el mundo contemporáneo con bases y conceptos arquitectónicos que hasta la fecha siguen implementando por su exactitud.
La arquitectura clásica y sus mejoras implementadas en Roma transmutarían en nuevas formas de edificar como lo sería el estilo románico, algo del gótico, el barroco, y un florecimiento de las artes y la arquitectura durante el renacimiento, donde los grandes genios contribuyeron a edificar una ciudad referente de la belleza arquitectónica. Hoy, la ciudad de Roma es un bastión turístico que tiene como máximo exponente su arquitectura con lugares como el Castillo Sant’angelo, el coliseo romano, la basílica de San Pedro, el Panteón Romano, entre muchos otros, como tesoros arquitectónicos que han logrado trascender al tiempo, recordándonos que la grandeza romana tiene cientos de referentes con que justificar su naturaleza eterna.