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Combatiendo el cambio climático desde la movilidad sostenible

 

El calentamiento global tiene como uno de sus principales causantes, para la mala suerte de todos nosotros, nuestra movilidad diaria, esa misma que nos hace encender nuestro vehículo particular para ir al trabajo siendo los únicos pasajeros; aquella sigue utilizando los mismos combustibles fósiles altamente contaminantes desde hace más de un siglo y que hoy en día abarrota las calles y avenidas de las ciudades del mundo en un colapso de movilidad que no se da abasto y al que se le suman más vehículos motorizados todos los días.

La emisión de gases de efecto invernadero que esta alarmante situación de movilidad motorizada propicia en el medio ambiente no solo incrementa el calentamiento del globo y más estragos manifestados en el cambio climático, sino que contribuye a un estado de ansiedad colectiva derivado del estrés que conlleva adentrarse en la movilidad de las grandes ciudades en la actualidad. Los largos periodos de traslado, la hostil forma de conducir de la gran mayoría, y en nuestros días, la amenaza constante de verse infectado por algún patógeno viral, han orillado a la sociedad a encontrarse en un limbo donde actuar en busca de alternativas para la movilidad diaria es la única salida en un vórtice de contaminación ambiental y estrés social.

La promesa del vehículo particular

Por años, la sociedad ha priorizado el uso de vehículos particulares para su traslado por la comodidad de viaje que estos ofrecen a sus usuarios. Lo que nunca se imaginó el mundo fue que esta forma de transporte colapsaría en las décadas posteriores, haciendo casi imposibles los trayectos rápidos, que más que cómodos terminarían siendo frustrantes y estresantes para quien conduce. Y aunque las alternativas de movilidad siempre han estado ahí, la promesa de los beneficios de un vehículo motorizado siempre se antepusieron a ver más allá de lo que el bien propio estaba ocasionando a las ciudades y al medio ambiente.

Y es que la cantidad de gases expulsados por la movilidad motorizada en las últimas décadas ha sido una de las razones principales del incremento de la temperatura de la tierra, que año con año suma más contribuyentes a la gran emisión de CO2 que los ecosistemas comienzan a ver insostenible. On los niveles de contaminación por los cielos, la salud pública en riesgo, el medio ambiente cada vez más amenazado y dañado y una infraestructura incapaz de dar abasto al parque vehicular de nuestros días, lo más sensato sería apostar por alternativas de movilidad menos contaminantes, inclusive aquellas que no generan emisión alguna al entorno, las cuales, están ahí, a la espera de la infraestructura adecuada para su circulación, programas de concientización y que garanticen la seguridad de los usuarios, todo ello buscando ser partícipes del combate al cambio climático desde nuestra movilidad diaria. 

Movilidad sostenible

En tiempos modernos, la movilidad sostenible se convierte cada día más en la alternativa ideal para el desplazamiento urbano de las sociedades. Si bien la realidad indica que el abandono de la movilidad tradicional es imposible (al menos de forma inmediata), las alternativas limpias adquieren más fuerza, infraestructura y popularidad entre los ciudadanos de las metrópolis del planeta. Contemplando la paulatina migración a estas modalidades sostenibles de movilidad de bajo impacto ambiental, entre las alternativas más populares destacan el transporte público, el uso de bicicleta y patines, y aquella forma que siempre ha estado presente en la movilidad del ser humano: la caminata.

Transporte público. Para muchos un fastidio, para otros toda una bendición. El transporte público es la opción ideal si lo que se busca es ser parte de una movilidad sostenible de bajo impacto en el entorno. Rápido en la mayoría de los casos, compacto, accesible y económico, el transporte colectivo ofrece la posibilidad de trasladarse dentro de las ciudades a un bajo costo, sin el estrés generado por la conducción de un vehículo, ocupando un menor espacio dentro de la movilidad y actualmente, emitiendo menor cantidad de gases a la atmósfera con la llegada de autobuses híbridos y eléctricos. Si bien en muchas partes del mundo esta alternativa deja mucho que desear, es una buena elección de transporte si lo que se busca es contribuir en menor medida a las emisiones de gases de efecto invernadero y seguir dañando los ecosistemas cercanos mediante la contaminación.

Bicicleta/patines. En los últimos años, la legendaria bicicleta ha ganado una mayor popularidad como forma de transporte particular en las zonas urbanas del mundo, sobre todo en las grandes ciudades, mismas que han apostado por implementar una infraestructura digna para el libre andar de este vehículo de dos ruedas. Los beneficios de utilizar la bicicleta la colocan como la favorita de las nuevas generaciones, quienes apuestan por su consumo nulo de combustible, cero impacto ambiental, el ejercicio que su uso aporta al usuario, así como la libertad de una movilidad compacta dentro de las ciudades, lejos del tráfico vehicular colapsado.Por otro lado, los patines han proliferado como otra forma de moverse en los centros urbanos, popular entre los más jóvenes quienes ven en los vehículos de motor eléctrico una forma práctica de desplazarse por la ciudad. 

Vehículos compartidos. Aunque no nos convenza tanto el seguir utilizando el coche tradicional, una buena forma de utilizarlo es compartiendolo y aprovechando su espacio y practicidad de manera responsable con el entorno. Compartir el coche particular con familiares, amigos, vecinos o compañeros de trabajo promueve un uso más responsable de esta modalidad de transporte que difícilmente dejará las calles de las ciudades, por lo que la mejor forma de aprovecharlo es haciendo uso de ese espacio extra disponible. Además, las alternativas eléctricas e híbridas en cuanto a vehículos particulares son cada vez más notorias en el mercado automotriz, por ello, de ser posible, un coche de esta naturaleza sería parte de la solución. 

Caminata. Si, sabemos que podría parecer una locura ofrecer largas caminatas como forma de movilizarte, más aún, cuando las distancias de trayecto son significativamente largas y podrían tomar más tiempo y energía de la que te ahorrarías en el transporte público. Pero una buena caminata no está del todo mal cuando de distancias cortas se trata, o para cuando ya se va a la mitad del camino. Una buena caminata ofrece tiempo para ti, para ejercitarte, pensar y disfrutar del entorno urbano que te rodea, lejos de una problemática ambiental y sus grilletes. Un buen trayecto a pie nunca está de más.

La movilidad sostenible se manifiesta como la alternativa perfecta para combatir el cambio climático desde nuestro desplazamiento diario por los centros urbanos. Uno podría pensar que para combatir el calentamiento global desde la movilidad sería necesario hacerse con un coche eléctrico Tesla de unos cuantos miles de pesos, pero la realidad nos ofrece opciones completamente accesibles y económicas, pensadas precisamente en contribuir en menor medida a la gran problemática del siglo XXI. El colectivo que nunca te dejará, la bicicleta siempre confiable, o una buena caminata de ser posible, hacen de la movilidad un problema menos del cual preocuparse y ayudan a preservar al planeta que tanto necesita de nosotros.