La intervención pictórica vaticana más famosa del renacimiento italiano.
De todos los rincones de la Ciudad del Vaticano, la capilla Sixtina es tal vez uno de los más populares, después, claro está, de la basílica más grande del mundo, San Pedro. Y es que la mítica capilla, sede del cónclave para elegir al nuevo Papa desde 1492, es todo un ícono del Vaticano, lugar sagrado que resguarda cultos a la altura de la selección del nuevo líder de la iglesia católica, cuya decoración interior la convierte en todo un recinto renacentista perpetuo en el tiempo.
Si ser la sede del Cónclave no es suficiente para colocar a la Capilla Sixtina como el edificio más importante del Palacio Apostólico, son los increíbles frescos que decoran su interior los que terminan por consolidar a la capilla como todo un ícono renacentista que ha logrado perdurar en el tiempo. Pero antes de hablar de estas impresionantes intervenciones pictóricas, conozcamos un poco más de lo que convirtió a la Capilla Sixtina en el mítico edificio que es hoy en día.
Capilla Magna
La que hoy aparece casi oculta entre los edificios de la Ciudad del Vaticano, fue en su momento un edificio de grandes proporciones que sobresalía del panorama romano en pleno quattrocento. Construida por el Papa Sixto IV, de donde obtiene su nombre actual, la conocida anteriormente como Capilla Magna significó todo un proyecto de reconstrucción que buscaba erigir una capilla para uso diario del Papa Sixto IV y su séquito. Este proyecto, desarrollado en pleno apogeo renacentista, constituirá la participación arquitectónica y decorativa de los mejores artistas del momento al servicio papal.
Su estructura es de carácter rectangular, de techo alto y similar a una fortaleza. Curiosamente, la Capilla, contrario a las iglesias y sitios de culto católico de la época, carece de elementos decorativos arquitectónicos y escultóricos tanto en su apariencia exterior como interior, siendo su único acceso mediante el Palacio Apostólico, y la visibilidad del exterior mediante las pequeñas ventanas dispuestas en la parte alta de la estructura.
Intervención artística
Concluida en 1481, el Papa encomendó la intervención pictórica de algunos de los mejores artistas del Alto Renacimiento para decorar los muros y la bóveda con pasajes bíblicos con el fin de embellecer el recinto de grandes proporciones. Entre las figuras que participarán en este proyecto pictórico destacan los nombres de Botticelli y Miguel Ángel, siendo este último el gran protagonista de la intervención por la obra maestra efectuada en la bóveda y en el muro detrás del altar. Los muros Sur y Norte serían decorados con los pasajes de la vida de Moisés y Jesús respectivamente por Botticelli y otros asistentes, mientras que la bóveda, con su complicado acceso, fue intervenida por Miguel Ángel, decorándola con pasajes bíblicos del antiguo testamento de entre los que destacan La Creación de Adán, la creación de Eva, y la Expulsión del Paraíso.
El Juicio Final
Pero sin duda el gran atractivo pictórico proviene del fondo de la Capilla, detrás del altar y de la mano de Buonarroti con su fresco del Juicio Final. En él, Miguel Ángel terminaría su participación en el proyecto de embellecimiento de la capilla con una de sus más grandes obras, realizando una representación del Juicio Final como se describe en el libro del Apocalipsis de la Biblia. Las figuras de Cristo y María decoran el centro del muro, rodeados de decenas de figuras humanas con el característico toque musculoso del artista. Entre ellos destacan los apóstoles de Jesús y otros santos, todos ellos caracterizados con elementos que ayudan a identificar su personaje.
La obra constituye uno de los frescos más importantes de la historia del arte, preservado mediante restauraciones que hoy ayudan a mantener la viveza de sus colores originales. Miguel Ángel realizaría la obra estando aún fresco el yeso, en el cual depositaría las bases de color para posteriormente añadir el detalle de los múltiples cuerpos de la asunción.
Los frescos de la Capilla Sixtina son hoy uno de los atractivos turísticos más importantes de Roma y del vaticano, tesoros que han logrado preservarse por más de 5 siglos como completas obras maestras del renacimiento, viva muestra del talento de los genios Botticelli y Miguel Ángel que a nadie debían demostrar su destreza siendo los completos amos del arte italiano.