Un repaso a la arquitectura mexicana a través de su historia
México es casi sinónimo de diversidad. Es tan rico en cultura y tradición que su identidad sigue transformándose y enriqueciéndose a través de los años, y en el tema arquitectónico esto no es la excepción. La arquitectura mexicana se ha nutrido de estilos a través del tiempo, cambiado según las necesidades sociales de la época y que hoy en día se muestra a la altura del juego global mediante erigiendo edificaciones modernas y vanguardistas. Si bien la arquitectura mexicana no puede describirse de forma concisa como un estilo específico (no, lo rústico y lo campestre no es arquitectura mexicana), la riqueza arquitectónica en el país demuestra la diversidad cultural de nuestro país.
Desde las pirámides y grandes ciudades prehispánicas, pasando por el México colonial e independiente hasta llegar a los modernos rascacielos en Paseo de la Reforma hoy en día, la edificación en México tiene un acervo histórico único y multifacético. Por ello es justo y necesario hablar de la transformación arquitectónica de México, una arquitectura que, como su gente y su cultura, es orgullosamente producto del mestizaje.
México prehispánico
La arquitectura en México inicia mucho antes de lo que podríamos concebir hoy como un estilo arquitectónico propiamente dicho. Los orígenes arquitectónicos se remontan a las primeras civilizaciones de Mesoamérica, territorio que hoy es en su mayor parte el actual México. Lo que hoy conocemos como sitios arqueológicos en otra época fueron grandes recintos arquitectónicos, los primeros ejemplos del andar arquitectónico mexicano siglos antes de la llegada de los europeos.
La cultura Madre de Mesoamérica, los Olmecas, cuentan con las primeras edificaciones planificadas en territorio mexicano, siendo su principal y más importante exponente el sitio arqueológico de La Venta en Tabasco. Su pirámide de arcilla aún cubierta de vegetación se alza en medio de un recinto planificado, prueba de que los Olmecas veían necesario establecer límites territoriales y no solamente edificar por hacerlo.
moviéndonos un poco hacia el sudeste mexicano, encontramos otra civilización cuyo legado arquitectónico sigue maravillando siglos después. Se trata de la arquitectura Maya, civilización que transformó su estilo de edificación con el paso del tiempo y logró construir maravillas de piedra y grabados que han dotado de identidad a toda una región y que representan un importante motor turístico. Zonas como Palenque con sus altas pirámides en medio de las planicies selváticas peninsulares; la costera arquitectura de Tulum junto al caribe; o probablemente el recinto arquitectónico más famoso de esta civilización, Chichen Itzá con el castillo a Kukulkán, son algunos de los vestigios arquitectónicos en la Riviera Maya que ejemplifican el ingenio de los primeros constructores prehispánicos.
Ahora, viajando al centro del país, encontramos la Ciudad de los Dioses, Teotihuacán, un complejo arqueológico que cuenta entre sus múltiples edificios, con la pirámide más grande de Mesoamérica: la Pirámide del Sol. Esta ciudad, perteneciente a los teotihuacanos, es sin duda uno de los íconos arquitectónicos prehispánicos más significativos de México, pues no solamente exhibe el potencial de construcción del México antiguo al lograr levantar una pirámide de gran tamaño, sino por el poder cultural y religioso que representó en su momento. Al igual que otros sitios arqueológicos a lo largo del territorio mexicano, la religión jugó un papel importante dentro de sus respectivos estilos arquitectónicos. Un ejemplo de ello es la Gran Tenochtitlan, la ciudad Mexica que vivió de primera mano el cambio cultural en México con la llegada de los Españoles y su posterior caída y destrucción. Sedes religiosas, de comercio y de poder, la arquitectura de las civilizaciones antiguas en México logró sentar las bases para lo que posteriormente seguiría enriqueciéndose con el mestizaje y la influencia arquitectónica europea traída por los conquistadores.
-Grandes construcciones de carácter religioso.
-Centros de comercio y adoración.
-Uso de piedra y grabados en roca.
El México colonial
Es precisamente la caída de Tenochtitlan el suceso que marca el inicio del México colonial, donde ambas culturas comenzaron ese mestizaje que identifica a la sociedad mexicana. Es en este extenso periodo de la historia de México donde tiene lugar la entrada de las influencias europeas en cuanto a la arquitectura se refiere, donde la Iglesia tendría una profunda participación en busca de evangelizar a la Nueva España.
La construcción de iglesias y monasterios proliferan durante la época colonial en México en busca de convertir a los originarios a la fe católica de la corona española. Esto trajo consigo la transformación arquitectónica en la región, comenzando la edificación de recintos de carácter europeo, siguiendo los estilos del viejo continente, dejando en el olvido a las grandes ciudades prehispánicas e incluso utilizando sus materiales para la construcción inminente de estos nuevos centros de culto religioso evangelizador. Esta modalidad permitió la transformación arquitectónica de la Nueva España siguiendo las tendencias europeas inclusive hasta bien entrado el siglo XIX, donde el país comenzaría a modernizarse en muchos aspectos, siendo el campo arquitectónico uno de ellos.
-Construcción de iglesias y monasterios en busca de demostrar la influencia religiosa en la Nueva España.
-Entrada de estilos arquitectónicos en tendencia en el viejo continente como el renacentista, barroco o el neoclásico, siendo esto conocido como arquitectura colonial española o virreinal.
-Es aquí donde comienza el nacimiento de las grandes ciudades de México gracias a una planificación más controlada y “civilizada” donde los edificios religiosos tienen una gran influencia arquitectónica.
El México independiente
Para este periodico histórico, México ya se había abierto al mundo, por lo que la influencia arquitectónica extranjera ya era parte del proceso de transformación del país naciente. Independizados de los españoles, la edificación en México no buscó un rumbo propio, sino que siguió en el camino vanguardista del momento. Durante el porfiriato, la influencia de las vanguardias europeas como las Bellas Artes, el Neogótico, el Art Nouveau y el Art Decó, marcaron la arquitectura del siglo XIX y los comienzos del siglo XX.
Grandes obras arquitectónicas como el Palacio de Bellas Artes o el Palacio Postal son referentes de la grandeza arquitectónica que la modernidad del porfiriato trajo al país. Si bien la desigualdad social era evidente a inicios del siglo XX, México demostraba estar a la altura de las grandes potencias europeas de la época, siendo Francia la principal fuente de inspiración para Porfirio Diaz y su gobierno.
El Siglo XX
Pero es el México post revolucionario el que vería un crecimiento arquitectónico sin precedentes. El Brutalismo traería al México moderno grandes obras arquitectónicas que hoy en día siguen causando fascinación dentro y fuera del país. Construcciones de gran tamaño como el Estadio Azteca, el Museo de Antropología e Historia de la Ciudad de México, o la llegada del icónico rascacielos de la capital mexicana, la Torre LAtinoamericana, demostrarían la transformación y capacidades arquitectónicas del país en un siglo de cambios políticos y económicos, llevando a México a la posición que hoy posee en el terreno arquitectónico mundial.
El siglo XX sería la época para el florecimiento de grandes arquitectos nacionales como Pedro Ramírez Vásquez, cuyo legado recorre gran parte de la capital mexicana; o el oriundo de Guadalajara Luis Barragán, el primer mexicano en ser reconocido con el “Oscar arquitectónico”, el premio Pritzker. Este periodo sentaría las bases del modernismo que llegaría con la entrada del nuevo milenio al país.
Actualidad
Hoy en día, México está a la altura de cualquier país del mundo en el campo arquitectónico. El talento profesional en el país es innumerable, y las grandes construcciones prueba de ello demuestran el potencial que posee esta profesión en el México del siglo XXI. El modernismo futurista está a la orden del día, siendo una de las principales tendencias arquitectónicas tanto en el sector corporativo, residencial y turístico.
Firmas de renombre como FR.EE del arquitecto Fernando Romero, son las responsables de las obras que actualmente ponen en nombre de México en alto en el mundo arquitectónico global. La verticalización del país es otro indicio de este apogeo arquitectónico, siendo la tendencia en las grandes ciudades que concentran influencia económica y un alto índice de población. En cuanto a vanguardias, la construcción sustentable es la principal tendencia de edificación, recurriendo a métodos más amigables con el ecosistema y materiales de menor impacto ambiental, que combinado con un estilo moderno de carácter futurista y vertical, ofrece una arquitectura digna del mañana en México.
La transformación arquitectónica en México es como su cultura, un popurrí de épocas y estilos que ejemplifican la naturaleza del país: uno multifacético. Si bien, no existe como tal una “arquitectura mexicana”, cada época demuestra la contribución de México a la arquitectura universal, teniendo tras de sí un amplio acervo arquitectónico que muchos en el mundo desearían tener. Pirámides, iglesias únicas llenas de historia, estadios colosales y rascacielos que no le piden nada a Nueva York, es solo un poco de lo que la Arquitectura Mexicana tiene para ofrecer, y más aún, lo que está por venir.