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Un monumento de historia, arquitectura y pasión deportiva.

 

El Estadio Olímpico Universitario de la UNAM, un ícono imponente y emblemático de la Ciudad de México, trasciende su función como un recinto deportivo para convertirse en un testigo silente de la historia, la arquitectura y el espíritu universitario. Desde su concepción hasta la actualidad, este coliseo ha dejado una marca indeleble en la vida de la comunidad universitaria y en la historia de México.

El Estadio Olímpico Universitario no es simplemente un lugar de competencias deportivas, sino que también es el corazón latente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Desde su inauguración en 1952, ha sido el escenario donde se han forjado memorias inolvidables para miles de estudiantes, profesores y miembros de la comunidad universitaria. El estadio ha fungido como un espacio de encuentro, de expresión y de identidad para todos aquellos que forman parte de esta prestigiosa institución, así como del nacionalismo mexicano ante el mundo en las dos fechas importantes en las que ha sido sede de justas deportivas de alcance mundial. Por ello, es hora de analizar la historia de este coloso olímpico que hoy aún hace vibrar con la emoción de la afición deportiva al sur de la CDMX. 

Historia y arquitectura impresionante

La historia del Estadio Olímpico Universitario está entrelazada con los Juegos Olímpicos de 1968, una de las mayores gestas deportivas y culturales que haya presenciado México. Fue diseñado por los arquitectos Augusto Pérez Palacios, Jorge Bravo y Raúl Salinas Moro, cuyos enfoques fusionaron la funcionalidad de un estadio moderno con elementos arquitectónicos inspirados en la rica herencia prehispánica del país. La incorporación de la famosa “Llama Olímpica” y las esculturas de los murales de Diego Rivera crean una sinergia única entre el arte y el deporte, enalteciendo la identidad nacional en el recinto de manera monumental.

Su diseño buscó adaptar la modernidad de la época en un edificio de proporciones magníficas, inspirándose en los estadios de Roma, Florencia, y sobre todo en el Estadio Olímpico de Berlín. Para su diseño y edificación se utilizaron los más modernos equipos de construcción y tecnología, y el diseño buscó crear un recinto deportivo de gran capacidad con miras a convertirse en una sede olímpica como ocurriría años más tarde. Posee un área de gradas más amplia y extensa que la otra en busca de un diseño único que al mismo tiempo se incorpora al resto del complejo universitario conocido como CU (Ciudad Universitaria).  

Eventos Trascendentales y Memorias Inolvidables

El Estadio Olímpico Universitario ha sido testigo de eventos históricos y momentos memorables. Los Juegos Olímpicos de 1968, con su icónico “Salto del Tigre” de Bob Beamon, el Mundial de Futbol México 86, y la victoria de múltiples atletas mexicanos, dejaron una huella imborrable. Además, el estadio ha albergado conciertos de renombre internacional y ha sido el epicentro de celebraciones deportivas y culturales. Cada asiento del estadio encierra una parte de la historia de México y la UNAM.

Hoy en día, el Estadio Olímpico Universitario es mucho más que una estructura de concreto y acero. Representa la pasión deportiva de una nación, la excelencia académica de una universidad y la rica cultura de un país. Es un espacio que acoge eventos deportivos, culturales y académicos, y sigue siendo un faro de inspiración para las generaciones actuales y futuras. La comunidad universitaria encuentra en él un espacio de unidad y pertenencia, mientras que la Ciudad de México lo reconoce como uno de sus tesoros más preciados.

El Estadio Olímpico Universitario de la UNAM es más que un estadio; es un monumento vivo que personifica la historia, la arquitectura y el espíritu de México y su universidad más prestigiosa. Desde su diseño vanguardista hasta los eventos trascendentales que ha albergado, este recinto continuará siendo un lugar de encuentro, de inspiración y de orgullo para todos aquellos que tienen el privilegio de ser parte de su legado, ya sean universitarios o parte de la identidad nacional capitalina.