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La época de la historia de México que marcó el futuro de la nación. 

 

Para hablar del porfiriato, esta época de progreso tan controversial, tenemos que hablar primero de su principal protagonista: el General Porfirio Diaz. La historia actual de México lo cataloga como uno de los grandes personajes del México moderno e independiente al mismo tiempo que lo coloca como uno de sus grandes villanos. ¿A qué se debe esto? Principalmente a la desigualdad social con la que el México de finales del siglo XIX se desarrollaba, uno proveniente de épocas de guerra e intervenciones extranjeras, joven e inexperto, fracturado y desgastado. Ese México encontraría en Porfirio Diaz un líder que se tomaría en serio la tarea de modernizar a su país, pero que, en el camino, dejaría a las clases sociales más pobres en un evidente rezago caracterizado por la pobreza.

Si bien el México moderno del siglo XX, e inclusive en nuestra actualidad no ha cambiado mucho en este sentido de desigualdad social y grandes brechas socioeconómicas, el porfiriato ha sido villanizado por la historia y sus posteriores vencedores revolucionarios, quienes resaltan la época desigual del cambio de siglo y poco se enfocan en los grandes avances de esta época, sin los cuales el país probablemente habría tardado muchos años en alcanzar la modernización de su época. En cuanto a su protagonista, el general sigue siendo objeto de controversia y disputa entre quienes lo ven como un villano a la nación por perpetuarse en el poder (ignorando que el gran referente democrático, Juárez, hizo lo propio y por más tiempo), y aquellos que lo ven como un héroe progresista que puso a México en el ojo del mundo occidental en un siglo de suma importancia internacional.

¿Qué trajo consigo el porfiriato más allá del espectro sociopolítico a México? De eso hablaremos en esta ocasión, identificando lo que la modernización del México dispuesto a cumplir un siglo de historia dejo para cimentar un país a la altura de las potencias europeas, replicando en gran manera su estilo, costumbres, tecnologías y arquitectura, siendo la capital mexicana un referente de este fenómeno equivalente a la Era Victoriana en Inglaterra y en el mundo occidental.

Siglo XIX

El siglo XIX en el hemisferio occidental representó una de las épocas de mayor avance tecnológico y progreso como especie humana para el mundo. Grandes inventos llegaron al mundo moderno para facilitar la vida de las sociedades, siendo el epicentro de toda esta modernización el Londres victoriano, un entorno lleno de progreso que otras capitales del mundo como París replicarán con el propósito de dar rienda suelta al avance de la civilización occidental como nunca. Europa se modernizó, siendo un claro modelo e influencia para las jóvenes naciones en América que buscaban consolidarse como tales, adoptando muchas de las costumbres, estilos, vestimenta, comportamientos sociales y arquitectura, y por supuesto, su modernidad tecnológica e industrial.

Para el México de la época, la situación no fue color de rosa en un comienzo, pues la joven nación apenas se recuperaba de una serie de guerras comenzadas con su independencia y que, con la llegada del general Porfirio Diaz al poder, el país entraría en una era de pacificación y avance tan necesaria que generaría la tan esperada estabilidad del país de cara al centenario de su independencia. A pesar de ello, el precio a pagar sería la evidente desigualdad social de los mexicanos, pues mientras unos viven imitando a las clases altas de Europa en las principales ciudades y haciendas del territorio mexicano, la clase trabajadora y campesina vería inciertos sus mañanas rodeados de pobreza, situación que eventualmente haría estallar el siguiente gran conflicto civil de la historia mexicana.

Con el veterano de guerra al mando del país por más de 30 años, México fue capaz de adaptarse a las tendencias occidentales, en gran parte debido a la fascinación de Don Porfirio por los países del viejo mundo, especialmente de Francia, del cual obtenía inspiración para convertir a México en un país digno del nuevo siglo y de su centenario como país independiente, por lo que llevó a cabo la tarea de modernizar la nación hasta el último momento, siendo la Ciudad de México un claro ejemplo de su encomienda.

México centenario

El porfiriato es el equivalente a la Era Victoriana en Europa, imitando muchos de sus quehaceres públicos, tecnológicos, industriales y culturales, y por supuesto, arquitectónicos. Si en París la moda era de una forma, en México también lo fue. Si en Londres el gran invento del momento era el teléfono, Porfirio Díaz se encargó de que esa maravilla tecnológica y de comunicaciones fuese una realidad en el país. Y sí en Europa se edificaba neoclásico, en la Ciudad de México también se edificó así. 

A lo largo de su prolongado mandato, Porfirio Díaz se encargó de convertir a la capital mexicana en una extensión de Europa, algo facilitado por la conexión del país con su Madre Patria, España. Por ello no fue sorpresa que, a lo largo de tres décadas, e incluso aún hoy en día, la Ciudad de México terminará por convertirse en una capital digna del viejo continente, con una arquitectura similar, recintos dignos de los quehaceres occidentales del siglo XIX como el teatro, los museos y las boutiques. 

Para los últimos años de esta llamada dictadura, Díaz había hecho de la Ciudad de México y otras ciudades del país dignas capitales repletas de la arquitectura, la industria, la economía y la cultura de un siglo de ilustración e industrialización. El país estaba modernizado, con puertos dignos del comercio trasatlántico, vías de comunicación innovadoras para su época que dejaban el servicio postal como algo obsoleto, y una de sus más grandes contribuciones, la creación de innumerables vías férreas que conectan al país en toda su extensión mediante el ferrocarril, instaurando así una era de industrialización y progreso.

Arquitectura porfiriana

Porfirio Díaz, buscando posicionar a México ante el mundo, hizo de la arquitectura un estandarte de esta modernidad y vanguardia. Para ello, utilizará el noble arte de la edificación para vestir la capital mexicana como una extensión misma de sus deseos europeos, ordenando la construcción y remodelación de recintos dignos de una capital mundial. La existencia del Palacio Postal, el Palacio de Bellas Artes, el Ángel de la Independencia entre otros proyectos inconclusos, es debido a la visión del general de hacer de la Ciudad de México un bastión arquitectónico de modernidad y cultural cimentado en las tendencias del momento. 

Si bien muchos de los proyectos más visionarios de este periodo, como el inconcluso Palacio Legislativo, hoy monumento a la revolución, nunca se consolidaron, la empresa de Díaz logró su cometido, pues durante su periodo y administración, México pasó de ser un país conflictivo y rural para convertirse en un atractivo comercial, industrial y político para los países vecinos y las naciones de Europa. Es indiscutible que el porfiriato, a pesar de sus oscuras características en lo social y político, fue clave para consolidar a la nación mexicana, abriéndose ante el mundo y modernizando para la actualidad. Y aunque Porfirio Díaz siga considerando un villano de nuestra historia, debemos recordar que todo partícipe de esta travesía llamada Estado Mexicano tiene sus claroscuros, por lo que estigmatizar a alguien, sus hazañas y su periodo histórico es tal vez uno de los grandes errores de nuestra memoria histórica.