Un vestigio del alcance de la corrupción del siglo XX en México.
Nuestro tema de hoy suena bastante serio y hasta político, pero buscaremos abordar este tópico tan interesante desde una perspectiva neutral que sólo busca evidenciar cómo la cúpula de poder en México, en todos sus sentidos, suele llegar a significar una excelente oportunidad para enriquecerse de maneras que hoy no dejan de sorprendernos de maneras inimaginables, en este caso, desde la arquitectura. La corrupción en nuestro país lamentablemente se muestra en muchos niveles de gobierno tanto como en sus múltiples dependencias, dejando atrás vestigios que muestran el enriquecimiento ilícito de algunas figuras públicas, como fue el caso del Jefe del Departamento de Policía y Tránsito del Distrito Federal durante el gobierno del presidente José López Portillo, un individuo que, ostentando el poder hizo cuanto pudo para cumplir sus más delirantes sueños.
Nos referimos a Arturo Durazo Moreno, el entonces Jefe de Policía de la capital mexicana, personaje cercano al entonces presidente que encontró en esta escalera de poder la forma perfecta para implementar a su alrededor una esfera de poder, lujo y excentricidades digna de quien no ha tenido nada en toda su vida y cuando llega el momento de poseerlo, su delirio llega a niveles que igualan el propio olimpo, como fue el caso de una de sus mansiones, tal vez la más famosa hasta ahora, una residencia de arquitectura clásica griega en plenas costas de Zihuatanejo en el estado de Guerrero. Analicemos el alcance arquitectónico que la corrupción del famoso “Negro” Durazo logró edificar junto al mar al puro estilo de la antigua Grecia.
El poder de Durazo
No es ninguna novedad que, durante el apogeo del PRI y sus gobiernos, la corrupción se desbordó durante la segunda mitad del siglo XX, una época donde acercarse a la esfera política en el poder significó una oportunidad de enriquecerse de maneras inimaginables. Si bien dudamos mucho de que esas mañas hayan desaparecido con el tiempo y hoy ya no ocurran, nos concentraremos en como en esta época cualquiera que quisiese un poco de las mieles del poder y el dinero solamente tendría que acercarse al presidente, al partido en el poder u figurar como Jefe de alguna dependencia capitalina como la policía del Distrito federal, como fue el caso de Arturo Durazo, mejor conocido como el Negro Durazo en el folklore mexicano.
Este personaje creció en fama y poder durante el sexenio de su compadre de la infancia, el presidente José López Portillo, quien le permitió ascender en una escalera de poder hasta convertirse en el jefe supremo de la seguridad capitalina, influenciando en otras instituciones del mismo carácter alrededor del país, extendiendo una red de corrupción donde todo terminaba en él y su designio final. Conocido por tener mano dura con criminales y enemigos políticos tanto suyos como de su amigo el presidente, Durazo creo un ambiente de miedo a su alrededor, por lo que cualquier orden suya era incuestionable, incluidas las invitaciones a su lujosa vida oculta donde la corrupción y el enriquecimiento ilícito eran palpables de maneras impensables para una figura de autoridad como la suya.
Lujo, riqueza y delirios arquitectónicos
Es común ver que cuando un personaje resulta ser arrestado por conexiones con el narcotráfico o por el propio enriquecimiento cuestionable de su figura, salen a la luz los lujos y las posesiones millonarias que estos personajes poseían de manera clandestina y otras no tanto. En el caso de Arturo Durazo no fue la excepción, destacando su caso como uno de los primeros grandes escándalos de corrupción en la historia moderna de México. Homicidios, secuestros, tortura, represión, nexos con el narcotráfico, complicidad, corrupción, entre muchos otros, fueron algunos de los cargos que finalmente dieron con su encarcelamiento en 1984, momento que abriría la caja de pandora de su figura.
Una vez arrestado en Puerto Rico (puesto que huyo de las autoridades buscando escapar de la justicia), y extraditado a México, el nepotismo, la corrupción y un enfermizo culto a su personalidad fue descubierto con el cateo y decomiso de sus propiedades, destacando una en particular que evidencia su poder, riqueza y delirante concepción sobre sí mismo y su poder. Su mansión en las costas de Zihuatanejo en Guerrero impresiona con sólo mirarla. Se trata de una residencia enorme que de entrada posee una reja que según se dice está hecha con la cerca original del Castillo de Chapultepec que el propio Durazo mandó a traer para su finca millonaria. Un camino que flanqueado por estatuas al modo Griego clásico llevan a la entrada de la impresionante mansión en el risco que muestra una vista panorámica desde las alturas del mar frente a ella.
El Partenón
Diseñada con una arquitectura que busca replicar la edificación clásica griega de la antigüedad, el hoy conocido como Partenón de Durazo se caracteriza por sus columnas jónicas, sus murales con frescos que muestran guerreros y mujeres de estilo clásico, amplios salones decorados por estatuas, fuentes, un patio con jardines y una enorme alberca, un jacuzzi techado y a columnado, cuartos bajo tierra ocultos tras los muros y una cuestionable jaula que según se dice contenía leones y otras fieras, son solo algunos detalles que hacen de esta mansión un ejemplo del despilfarro de dinero ilícito siguiendo los delirios de un individuo que vivió del poder y la corrupción.
Basta con ver la propiedad en fotos, videos y en algún futuro en persona, para entender el alcance que permite la corrupción gubernamental y política en nuestro país para enriquecer y empoderar individuos peligrosos como lo fue Arturo Durazo, quien en aquella finca llegó a realizar fiestas ostentosas y lujosas además de orgias y tortura de prisioneros mediante sus fieras y otros métodos que sus cuartos ocultos dan fe y legalidad de estas teorías. Hoy el Partenón de Durazo esta en poder de la Marina y se busca que el gobierno de Guerrero la convierta en un museo en los próximos años en favor de la cultura, pero no deja de ser un vestigio sorprendente de lo que el cáncer de la corrupción en nuestro país puede llegar a concebir en manos delirantes como lo fueron las de Arturo “el Negro” Durazo durante el Prime de la corrupción.