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Una ciudad del tamaño de Nueva York necesita un transporte tan grande como ella.

 

La movilidad en la ciudad de Nueva York es diversa y aglomerada, siendo esta, una de las ciudades más grandes del planeta, una metrópoli siempre en movimiento en todas direcciones. Desde la movilidad motorizada hasta los aviones que llegan y van todos los días a la Gran Manzana, el transporte de Nueva York es un elemento crucial para su correcta funcionalidad, movilizando a los millones de ciudadanos y turistas que todos los días activan una de las economías más importantes del mundo en el bastión financiero, comercial, cultural e inmobiliario que es la Capital del Mundo. 

Pero de entre estos medios de transporte esenciales para la actividad humana de esta metrópolis existe uno en particular que es tan icónico como la estatua de la libertad o el Central Park, un referente de movilidad urbana digno de una ciudad siempre en movimiento, sin el cual los distintos distritos que conforman el área metropolitana neoyorquina quedarían incomunicados y recorrer su extensión desde el Bronx hasta Brooklyn sería tal vez una odisea eterna.

No, no son los icónicos taxis amarillos que abundan en las calles de Manhattan, sino otro medio de transporte público accesible que se abre paso entre las calles rectas ya sea por la superficie, sobre las calles o debajo de ellas con sus cientos de serpientes de acero siempre andantes. Se trata del metro de Nueva York, el famoso New York Subway que, a toda hora, todos los días del año, mueve a los neoyorquinos y sus visitantes por toda la extensión de la Gran Manzana con la promesa de llegar a tiempo, ahorrarse unos dólares, y claro, la experiencia completa de haber visitado Nueva York hasta en sus entrañas.

Moviendo a la Gran Urbe

Nueva York nació con la idea de ser una ciudad única en su tipo, un referente de la modernidad y un modelo de una correcta planificación urbana ante el mundo moderno. Desde el siglo XIX, la ciudad ya estaba destinada al éxito urbano por su meticulosa y controversial planificación en cuanto al trazado de sus calles y por los proyectos urbanos como el Central Park, pensados para nutrir la actividad citadina u ofrecer a sus habitantes la oportunidad de aprovechar la enorme extensión que Manhattan tenía para hacer de Nueva York la ciudad del mañana.

Los años darían la razón a su destino, y Nueva York extendería su dominio más allá de la isla y se expandiera a su alrededor, haciendo de la ciudad prometida una mancha urbana sin precedentes, repleta de actividad humana en cada rincón. Y así como la ciudad creció en tamaño, también lo hizo el tamaño de sus habitantes, haciendo de la movilidad de estos una odisea a comienzos del siglo XX, surgiendo aquí la necesidad de implementar medios idóneos para transportar a sus ciudadanos en toda la extensión de la ciudad. 

El metro de Nueva York apareció formalmente en 1904 con su primera línea subterránea dispuesta a contribuir con la movilidad de las masas de Manhattan con tan innovador medio de transporte. Si bien los orígenes de este sistema de transporte se remontan a 1885, el nacimiento del metro neoyorquino se daría a inicios del siglo XX, y de ahí no pararía de crecer hasta convertirse en la enorme red que es hoy en día, una de las más grandes del mundo. Con tramos

Parte de la cultura neoyorquina

Con sus 24 líneas de metro, el Subway de Nueva York mueve a millones de usuarios todos los días a todas horas, todo el año, ya sea mediante tramos a nivel de calle aislados de toda vía de tránsito; por tramos elevados que dotan a la zona metropolitana de Nueva York de esa imagen urbanizada tan suya, como por sus entrañas mediante los famosos tramos subterráneos a los que debe su nombre, de los cuales, solo el 40% de su totalidad operan bajo esta naturaleza bajo tierra.

Desde Brooklyn hasta el Bronx; de Soho a Harlem; y recorriendo toda la extensión de Manhattan de Norte a Sur, el metro de Nueva York se abre camino con sus icónicos trenes de 11 vagones, tan famosos y populares en medios televisivos y cinematográficos que hoy es imposible concebir una imagen de Nueva York sin agregar sus serpientes de acero circulando por sus calles, sobre estas así como por su mundo subterráneo tan mítico por tan solo 3 dólares, o utilizando el moderno prepago de hoy en día con la MetroCard para esos usuarios frecuentes.

Visto en películas, en series de televisión, videos musicales, cómics, novelas y todo tipo de medios, el metro de Nueva York es un componente neoyorquino sin el cual muy probablemente esta ciudad no sería lo que es hoy en día sin su constante e incansable operación en todo momento. Claro que hay de transportes a transportes, y el metro ofrece una alternativa accesible para aquellos que prefieren ahorrar un poco y vivir la experiencia de moverse como local al interior de los vagones que, a tantos años de servir a la Gran Manzana, podrían contar miles de historias dignas de la urbanización del monstruo que hoy es Manhattan y sus alrededores.