Qué misterios oculta el edificio brutalista en el corazón de Manhattan.
La ciudad de Nueva York es reconocida por ser el paraíso de la edificación vertical, pionera en la construcción de los primeros grandes rascacielos del mundo, siendo hoy todo un ícono arquitectónico poseedor de todo un amplio catálogo de edificios de todo tipo, época, estilo y materiales. Manhattan, la isla que reúne todo lo que identifica a la Gran Manzana, cuenta con rascacielos que van desde el elegante Art Déco de comienzos del siglo XX hasta el más moderno estilo arquitectónico del siglo XXI, todo ello convergiendo en un bastión de verticalización donde la sombra de los edificios es una normalidad tanto como mirar hacia arriba para admirar su altura y diseño.
Pero curiosamente existe un edificio que logra destacar entre este reino de gigantes de acero, concreto y cristal, e incluso incomoda a quienes lo observan por primera vez por su peculiar apariencia y su misteriosa naturaleza y uso. En un mar de rascacielos ¿qué edificio podría destacar e inclusive percibirse extraño? Pues ese es el caso del Long Lines Building de Thomas Street, una monumental torre brutalista de concreto, cuyo tamaño, forma, altura y carencia de ventanas mantienen el misterio de lo que ocurre dentro de sus gruesos muros de hormigón hoy en día a casi 50 años de su edificación.
Fuente de teorías conspirativas, paranoia nuclear, y espionaje, el edificio 33 de Thomas Street mantiene un misterio que hoy parece destaparse poco a poco con la información disponible respecto a sus funciones que sabemos van más allá de ser una sede de la compañía telefónica de AT&T y que podría implicar ser parte de una red de espionaje internacional. ¿Leyendas urbanas o realidad? Juzguemos con lo que sabemos hasta ahora.
Cold War
Para los Estados Unidos, Nueva York significa un símbolo de la “libertad” y ejemplifica su poder económico ante el mundo, siendo una de las ciudades más desarrolladas desde comienzos del siglo XX. Tras surgir vencedor en dos guerras mundiales, la modernidad poco a poco transformaría a Manhattan con el paso de los años, representando tanto un bastión económico y de desarrollo sumamente importante para el gobierno estadounidense como un objetivo tentador para los enemigos de la democracia norteamericana y el capitalismo de mitad de siglo XX.
En plena Guerra Fría, la amenaza nuclear era un tema del día a día tanto en los Estados Unidos como en la Unión Soviética y sus estados miembros. La posibilidad de que algún día se desatase una guerra nuclear entre ambas superpotencias protagonistas de esta tensión geopolítica gran parte del siglo XX no era algo para tomarse a la ligera, tanto así que nuestro edificio en cuestión en pleno corazón de manhattan es la viva representación de cuán seria era la amenaza nuclear en los años 70s. El Long Lines Building se edificará para permanecer en pie en un apocalipsis nuclear.
Misterio Brutalista
El edificio 33 ubicado en Thomas Street resalta del panorama de modernidad vertical por su arquitectura brutalista, siendo una colosal masa de concreto en medio de las ajetreadas calles de Manhattan. Con sus más de 169, esta obra del arquitecto John Carl Warnecke está rodeada de misterio desde su construcción en 1974, siendo la versión oficial ser una sede de la compañía de telefonía AT&T y albergar un complejo sistema de telecomunicaciones. Pero su apariencia brutalista y lo que se escucha sobre lo que alberga su interior promueve una serie de rumores y teorías que tienen al espionaje norteamericano como el principal inquilino de este gigante de hormigón sin ventanas.
El Long Lines Building podría formar parte de una red internacional de espionaje donde la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos sería protagonista, más aún, teniendo en cuenta su origen como edificación en plena guerra fría, su localización en un bastión norteamericano de gran influencia, así como su naturaleza arquitectónica capaz de soportar el destructivo poder nuclear. Hoy en día, el edificio 33 de Thomas Street es oficialmente un rascacielos de estilo brutalista que alberga oficinas de AT&T, pero curiosamente no existen imágenes de su interior, otro misterio que hoy parece destaparse.
Enigmática composición
Diseñado para soportar el poder que ejercería la presión de una bomba atómica en Manhattan y aún así mantener sus operaciones dentro del edificio, el Long Lines Building es todo menos un edificio construido para albergar las oficinas de una compañía telefónica. Su estructura brutalista parece haber sido planificada meticulosamente para resistir y mantener su operatividad intacta en el peor de los panoramas, lo cual contribuye a alimentar la teoría de ser la sede de esta red secreta de espionaje o telecomunicaciones a disposición del gobierno estadounidense.
La carencia de ventanas que ofrecen una mirada a su misterioso interior, así como de accesos al público en general, hacen que los rumores sobre lo que alberga detrás de sus muros de hormigón incluyan una reserva de agua potable, alimento, poderosos generadores eléctricos, y equipo altamente tecnológico que garanticen la supervivencia y operación durante la catástrofe nuclear de 1,500 personas durante 2 semanas. En años recientes, documentos revelaron que en el pasado las funciones del edificio fueron albergar un centro de monitoreo de llamadas, faxes y mails, y que hoy, parece seguir operando de esta misma forma misteriosa y ultrasecreta.
Nunca fue tan adecuada la arquitectura brutalista para un edificio como lo es este peculiar caso en Manhattan, donde el coloso de Thomas Street parece servir a una función gubernamental digna de la obra de George Orwell. Y aunque parezca obvio, los habitantes de la ciudad parecen pasar de largo ante su presencia, un efecto que tal vez produzca su apariencia poco llamativa de concreto crudo a modo de bloque gigantesco, detrás de los cuales se oculta un misterio que nuestra sociedad sigue sin conocer.