La presencia de un estilo al servicio del Estado.
México es un país que siempre ha abierto sus puertas a la llegada de todo tipo de estilos arquitectónicos a lo largo de su historia, siendo la Ciudad de México un Museo arquitectónico de enormes proporciones que muestra el paso del tiempo de los últimos siglos a través de su impresionante catálogo de estilos arquitectónicos. La CDMX es enorme, y en cada rincón resguarda un vestigio de la edificación del pasado, siendo los de mayor tamaño aquellos que están al servicio del estado y sus instituciones, que en tiempos más modernos adoptaron un estilo caracterizado por su monumentalidad y el uso de un material en específico: el concreto.
Aunque el brutalismo surgió en la era de la posguerra a mitad del siglo XX, en México este no adquiere la popularidad que poseyó sino hasta los años 70’s y 80’s, época en la cual se convirtió en el estilo de edificación favorito del gobierno mexicano para la construcción de algunos de sus recintos más importantes, representando su autoridad y ligandose a sus raíces prehispánicas. Aplicado por grandes arquitectos de la época, el brutalismo encontraría en la capital mexicana un terreno ideal para su florecimiento final antes de la llegada de la modernidad del nuevo milenio.
Legado brutalista
Caracterizado por su aspecto geométrico y anguloso, la naturaleza de sus materiales sin ningún tipo de ornamento estético innecesario o ajeno a su funcionalidad, y su gran protagonista, el concreto; el brutalismo cruzaría el atlántico desde Europa como legado de una época de reconstrucción tras el término de la Segunda Guerra Mundial, donde su implementación tendría la función de construir de manera rápida y barata edificaciones con un fin sociopolítico.
Y, aunque a México llegaría varias décadas después, su finalidad no sería muy diferente, convirtiéndose rápidamente en el estilo arquitectónico favorito del Estado mexicano, empatando con las ideas del partido del gobierno que buscaba manifestar su autoridad mediante la imagen de sus edificios públicos oficiales. Así, al mero estilo de Orwell, el Brutalismo proliferaría en nuestro país como la imagen del poder, pues nada podía expresar más autoridad que las edificaciones de gran tamaño, acabados poco llamativos con tendencia a minimizar a su espectador, representando la solidez de su autoridad sobre la sociedad y la política mexicana.
Fuera de la tendencia política, el brutalismo sería acogido por algunos de los más grandes arquitectos de la segunda mitad del siglo XX en México, entre los que destacan figuras como el monumental Pedro Ramírez Vázquez, Teodoro González de León o Abraham Zabludovsky, cuyas obras hoy caracterizan a la capital mexicana, siendo el brutalismo de sus construcciones algo que se suele pasar por alto al admirar sus edificaciones a lo largo de la Ciudad de México.
Recintos de concreto capitalino
Como ya lo mencionamos, la CDMX ofrece un amplio catálogo arquitectónico, que si filtramos mediante la palabra brutalismo obtendremos algunos de los recintos más icónicos de la capital mexicana, entre los que destacan:
Palacio Legislativo de San Lázaro. Construida a finales de los 70 ‘s, la sede de la Cámara de Diputados es obra de Pedro Ramírez Vázquez, famoso arquitecto que plasmará su fascinación por el brutalismo y la obra monumental en este recinto al servicio del poder legislativo en México. Su fachada de monumental apariencia se compone de tres bloques, dos de color rojo con piedra de tezontle, uno central de marmol blanco, y sobre este, un bloque escultorico verde en bajorrelieve con el escudo nacional en dorado, representando la bandera de México de manera brutalista y en roca.
Auditorio Nacional. Tal vez el exponente más notorio del estilo brutalista en México es el más grande recinto de espectáculos de la Ciudad de México. Su renovación, que le dio su apariencia brutalista contemporánea, es obra de los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, quienes lograron manifestar la tendencia del concreto y la monumentalidad a la perfección en Paseo de la Reforma junto al verde natural de Chapultepec.
Estadio Azteca. El Coloso de Santa Úrsula es el digno rey de la monumentalidad brutalista de nuestro país. El estadio más grande de México, obra también de Pedro Ramírez Vázquez, representa el triunfo de la construcción en concreto y de la monumentalidad de la arquitectura capitalina del siglo XX. Objeto de múltiples remodelaciones, el Azteca sigue siendo un digno ejemplo brutalista en la actualidad.
Museo Nacional de Antropología. Finalizando con otra obra más del legado de Ramírez Vázquez, el Museo Nacional de Antropología e Historia de la CDMX corona la capital como un bastión brutalista, siendo este recinto en particular, construido en los 60’s, una pieza importante de la arquitectura que busco mostrar amplios espacios con menos ornamentación de la necesaria, convirtiendo a este museo que resguarda el acervo histórico de la nación en todo un palacio de la sobriedad del concreto, del tamaño y de la visión brutalista mexicana.
Como estos existen cientos de recintos más en la capital mexicana y a lo largo y ancho de nuestro país, que con su apariencia y perdurabilidad hasta nuestros días, manifiestan el éxito de la arquitectura brutalista como una brutalista, atemporal y minimalista que hoy parece volver a la escena arquitectónica del mundo en pleno 2022. Ahora que conoces el legado brutalista en México, no volverás a ver la arquitectura capitalina de la misma forma.