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La vanguardia artística que marcaría el cambio de siglo en busca de modernidad en todos los sentidos. 

 

El cambio de siglo representa para una sociedad un acontecimiento sin precedentes. Ante un evento así, se nos presenta la incertidumbre de lo que el futuro traerá consigo, razón por la cual el ser humano tiende a anticiparse a la nueva realidad, siendo un excelente medio para hacerlo el espectro artístico y sus vanguardias. A finales el siglo XIX, las artes estaban centradas en la corriente clásica y las tradiciones arquitectónicas del arte académico y sus estilos, por lo cual, y ante la inminente llegada del nuevo siglo, nace en Francia un movimiento que buscaba anticiparse al cambio por medio de las vanguardias artísticas, buscando un nuevo estilo a favor de la modernidad que traería el nuevo siglo, incorporando nuevos elementos estructurales y ornamentales que terminarían por concebir todo un fenómeno artístico que marcaría el puente entre el siglo XIX y el siglo XX.

El Art Nouveau (Nuevo Arte) o Modernismo en los países hispanohablantes, se convertiría en la vanguardia con la cual las sociedades occidentales representarían el futuro próximo, rompiendo cualquier relación con los estilos tradicionalistas del siglo XIX, experimentando con nuevas formas de concebir el arte y la arquitectura inspirados fuertemente en la naturaleza y al arte oriental, especialmente el japonés, al tiempo que nuevos materiales entraban al juego de la edificación ofreciendo nuevas apariencias y formas que terminarían por marcar un antes y un después en la belle epoque

Nuevo Arte

El siglo XIX en el hemisferio occidental del mundo significó una era de tradiciones y estilo clásico representado principalmente por el Reino Unido y su periodo victoriano, donde el descubrimiento y la preservación cultural moldearon una época de avances, conocimiento y una recatada sociedad tradicional y elitista. Dentro de las artes predominan los estilos clásicos que evocan al pasado clásico del mundo, reviviendo culturas como la griega y la romana y edificando mediante revivals como el neogótico o el neoclásico. 

Muchos artistas e intelectuales de la época, cansados de la tendencia académica que caracterizaba a la Belle Epoque, deciden experimentar en la forma de concebir el nuevo arte del próximo siglo dos décadas antes de que este se hiciera presente. En ese momento, el arte servía plenamente como una forma de entretenimiento, al servicio de las instituciones o de la elite más que ser parte de la vida misma de las personas, uno de los puntos de partida del nuevo movimiento vanguardista que surgiría en Europa y rápidamente llegaría a los Estados Unidos. 

Para el Art Nouveau, vanguardia con la que sería conocida esta tendencia modernista, el arte debía volver a ser parte de la vida cotidiana de las personas en medio de una era de voraz industrialización, regresando a la labor artística para implementarla en el entorno como resistencia ante la maquinaria industrial del siglo XIX. El diseño textil, la ilustración, la joyería, el interiorismo y la arquitectura serían los principales exponentes dentro de la ola modernista que pronto impregnaría el mundo occidental en la búsqueda de una identidad orgánica, artística, vanguardista, y claro, más humana. 

La arquitectura en el Art Nouveau

Esta tendencia moderna y orgánica haría uso de uno de los más grandes y visibles exponentes del mundo del arte, la arquitectura, llevando la presencia del Nuevo Arte nacido en Francia al espectro de la edificación. Contrario a las línea rígidas y perfectas del neoclásico, el estilo ecléctico y la arquitectura académica del siglo XIX, el Modernismo, como fue conocido este movimiento en el mundo hispanohablante, se caracterizó por revolucionar mediante el uso de formas orgánicas, curvas y una tendencia por imitar a la naturaleza en todos los sentidos. 

Hojas, enredaderas, flores, aves, insectos y elementos naturales, son solo algunos de los recursos que el Art Nouveau busca plasmar en la ornamentación arquitectónica y estructural en su edificación, convirtiendo los entornos en lugares dignos de la fantasía y lo surrealista. Para ello, implementa nuevos métodos estructurales y materiales, como el hierro forjado con formas sinuosas y curvas, el hormigón, los grandes paneles de vidrio y el uso de mosaicos altamente decorativos. 

Las formas en la arquitectura modernista son de ensueño, emulando una naturaleza que se ha convertido en material de edificación, siendo estructural y decorativa al mismo tiempo. Las líneas son curvas, con arcos y formas asimétricas, siendo un elemento característico el hierro forjado y la implementación de vitrales, siendo estos últimos completas obras de arte coloridas. Los mosaicos enriquecen aún más las estancias mediante hermosos arreglos florales y patrones coloridos siempre buscando la presencia de la naturaleza y las formas orgánicas en el entorno.

Los vestigios de esta vanguardia aún prevalecen en el mundo moderno, siendo hoy objetos completamente artísticos de gran valor histórico, cuya presencia radica principalmente en Europa con algunos remanentes en el continente Americano. Uno de los más grandes exponentes del modernismo arquitectónico en España es el famoso arquitecto Antoni Gaudí, cuya obra es uno de los grandes exponentes del movimiento que sirvió como puente artístico entre siglos. Ilustración, joyería, mobiliario y arquitectura, solo basta con echar un vistazo a las grandes obras del Art Nouveau para dejarse maravillar por su estilo de ensueño.