Un edificio de peculiar estilo ecléctico.
La ciudad de Guadalajara posee entre su acervo arquitectónico e histórico auténticas joyas de la edificación en su centro histórico y alrededores, del cual destacan recintos que le dan fama e identidad a esta legendaria capital en México. Si por algo podemos identificar a la Perla Tapatía por su historia arquitectónica rica y desbordante, donde en cada esquina encontramos un edificio que nos cuenta una historia de la capital jalisciense y que enriquece la identidad de la ciudad que vio de primera mano el andar histórico desde la Colonia hasta nuestros días.
Escuelas, conventos, iglesias, palacios, residencias, mansiones, oficinas de gobierno y hasta prisiones, de todo ha existido en el centro histórico de Guadalajara, edificaciones que han logrado sobrevivir hasta nuestros días mediante la conservación gubernamental, otras que fueron demolidas para dar paso a la modernidad, y unas cuantas más que se han transformado en otra cosa completamente diferente, mezclando estilos clásicos con la modernidad del siglo XX en una convergencia que caracteriza la adaptabilidad de Guadalajara en su zona más tradicionalmente arquitectónica.
Pero de este cambio constante auspiciado por el tiempo sobreviven algunos recintos dignos de rescatarse y procurarse como tesoros de la ciudad, siendo uno de estos el peculiar palacio de las Vacas, hoy famoso por haberse convertido en uno de los centros culturales más importantes en la ciudad respecto a los tours interactivos, el teatro y ser un excelente recinto para las sesiones fotográficas y de video gracias a su legendario interior que transporta prácticamente a una época ya lejana en la historia de Guadalajara. El hoy centro cultural ofrece más que ser un edificio antiguo en la ciudad, sino que representa historia, arquitectura, arte e identidad tapatía.
Ajeno al tiempo
El Palacio de las Vacas fue edificado en el siglo XIX, época en la que parece haberse congelado en el tiempo debido a que su naturaleza arquitectónica y de interiorismo no ha cambiado mucho en más de 150 años. Construida en 1850 para ser habitada como propiedad de Segundo Diaz, primo hermano del futuro presidente de México, el general Porfirio Diaz, la mansión se levantó con más de 24 habitaciones, patios y jardines en la hoy conocida Calle Reforma. Como todo edificio, sus usos y propietarios pronto verían el cambio de su naturaleza pasando a ser propiedad del hermano de Segundo Diaz, Miguel, quien pronto convertiría al enorme Palacio en una lechería, fenómeno que terminaría por otorgarle el nombre por el que hoy se le conoce al habitar los interiores y patios con vacas listas para promover su negocio de leche en Guadalajara.
Desde entonces, la casona fue conocida como el Palacio de las Vacas, con un estilo Morisco y ecléctico que mezcla distintos estilos arquitectónicos tanto en su fachada exterior como en sus habitaciones y salas. Las leyendas dicen que el palacio fue utilizado de diversas formas posteriormente, desde escuelas hasta ser la primera universidad para mujeres, e inclusive un burdel. Llegando el siglo XX comenzó a tener un descuido considerable hasta la adquisición del estadounidense John A. Davis, quien se encargó de restaurarla para mantener su esencia y cuidarla de los daños naturales del sol, la humedad y la contaminación exterior.
Palacio ecléctico
Destaca de este ameno y mítico recinto su estilo clásico que fusiona diversos ornamentos y estilos arquitectónicos para crear una propia identidad digna del palacio. Sus habitaciones parecen un bucle en el tiempo al pasado victoriano de su construcción, su extensión nos recuerda a las casonas más coloniales de Guadalajara, mientras que sus múltiples ventanales, fachada y jardines son de un estilo morisco icónico del lugar. Destaca tambien el arte en sus interiores, principalmente murales que muestran desde lo bíblico hasta lo erótico, arte realizando por uno de los precursores del muralismo Xavier Guerrero, discípulo del mismo Clemente Orozco.
En la actualidad, el Palacio funciona como uno de los centros culturales más importantes de la ciudad, destacando por ser un foro para obras de teatro, tours interactivos, recorridos nocturnos, fiestas temáticas y excelente set para filmaciones, sesiones fotográficas y más. Su decoración, mobiliario y arquitectura lo colocan como el recinto perfecto para el tema cultural en Guadalajara, mismo que incluso ha servido como set para películas como El Baile de los 41 gracias a su arquitectura predispuesta. Siendo una completa leyenda arquitectónica, el Palacio de las Vacas parece hoy más vivo que nunca con una amplia cartelera de eventos culturales en puerta dentro de sus salones y jardines, ofreciendo un espacio peculiar para la escena artística de la ciudad que muy pocos edificios en México pueden ofrecer.
