Uno de los estilos contemporáneos más icónicos de la industria del cine.
En el mundo del cine es bastante común que los cineastas (directores) busquen dejar su marca en la industria mediante su estilo, ya sea este caracterizado por su narrativa y la forma de contar historias, como por la estética que suelen plasmar en sus producciones, materializado mediante el diseño de producción, el vestuario y hasta el maquillaje. Dentro de esta realidad sobresalen figuras como Tim Burton, Guillermo del Toro o Wes Anderson, realizadores que no solo buscan contar una historia de forma magistral, sino que hacen de la película una verdadera obra de arte.
La arquitectura suele participar de forma importante dentro de este fenómeno, elemento dentro del diseño de producción que suele consolidar los mundos y entornos en los que se desarrolla la trama, destacando en algunas producciones de forma protagónica, como es el caso de la cinematografía y estética del propio Wes Anderson, director que se caracteriza por diversos elementos dentro de su estilo de realización, siendo la arquitectura uno de sus recursos más efectivos. Color, simetría y mucho arte es lo que sintetiza la arquitectura de uno de los cineastas más icónicos de nuestros tiempos: Wes Anderson, el maestro arquitectónico del cine.
De Houston para el mundo
Wes Anderson es hoy uno de los directores más queridos dentro de la industria, aclamado por sus historias, su peculiar forma de hacer cine, y su estilo visual que ha enamorado a más de alguno a lo largo de su carrera. Nacido en Houston, Texas, vivió toda su infancia en dicha ciudad, naciendo desde muy temprana edad su amor y fascinación por el cine, motivándolo con los años a emprender su camino dentro de esta industria en la cual cosecharía un éxito tremendo por su increíble estilo cinematográfico.
Sabemos que Anderson, quien también participa en sus películas como guionista, es reconocido por contar historias únicas suelen alejarse de lo convencional a lo que Hollywood podría tenernos acostumbrados, tanto en su narrativa como por su trama, una de las razones por las que este realizador es tan admirado por muchos fanáticos alrededor del mundo.
El estilo Wes Anderson
La seriedad, humor pintoresco, estilo y entorno sumamente artístico con el que trabaja Wes Anderson le ha hecho merecedor de un reconocimiento dentro de la industria como uno de los mejores cineastas de nuestros tiempos, destacando de su estética el visual estilo arquitectónico que sus películas manejan, tanto en escenarios como en la arquitectura exterior. Destaca de su estética la simetría implementada tanto en planos como en escenografía y el diseño de las maquetas utilizadas para representar exteriores. Si bien su carrera esta repleta de figuras geométricas y simetría en todas partes, además de un uso de paletas de color que rondan entre los colores cálidos y el pastel, destaca su filme The Grand Budapest Hotel como un referente perfecto para ejemplificar su característico estilo arquitectónico.
Si bien en algún momento de su vida Wes Anderson quiso dedicarse a la arquitectura, afortunadamente su enfoque artístico se fue por el camino del celuloide, donde, además de contribuir con una estética propia al vasto mundo del cine, el director manifestó su amor por la arquitectura en cada uno de sus filmes, plasmando en sus entornos su simetría característica a modo de interiorismo, decorados, edificaciones geométricamente perfectas y planos visualmente equilibrados.
Sin duda, las películas de Wes Anderson son auténticas joyas visuales y artísticas, siendo de los pocos artistas contemporáneos en implementar las viejas formas de hacer cine como el stop motion, el decorado de sets a detalles, el uso de maquetas para representar exteriores, y una apuesta total de la producción al diseño de producción, el cual destaca siempre en sus proyectos y le ha hecho merecedor de un distintivo en la industria por hacer uno de los cines más bellos de la actualidad. Narrativa, vestuario, personajes, sets, y arquitectura, son algunos de los elementos que hacen del cine de Wes Anderson uno de los tesoros que pasarán directo a la bóveda de la historia del cine del siglo XXI.