Skip to main content

La utopía de transporte y movilidad del siglo XXI.

No es algo desconocido que cuando se habla de movilidad urbana, tanto pública como privada, Japón se lleva la mención honorífica por la fama que precede al país en cuestión de transporte público y el desplazamiento de su población. Japón es bien conocido por estar a la cabeza de la innovación en muchos aspectos sociales, siempre abierto al mañana y todas sus posibilidades pero sin dejar de mantener su naturaleza conservadora y el gran respeto que tiene por sus tradiciones. Por ello, maravilla ver el equilibrio que esta sociedad logra concretar en una época tan modernizada como la nuestra, ejemplificando que el progreso siempre vendrá precedido de la mano de una sociedad educada, respetuosa y consciente de su impacto hacia el entorno natural.  

Por ello, cuando se habla de movilidad urbana, el ejemplo lo ponen las grandes ciudades japonesas, que, si bien poseen una densa población, hoy no parece significar un peligro para su movilidad como lo es en otros países el transporte público colapsado y las vías de tránsito saturadas. Si Japón es uno de los países más poblados del planeta, ¿cómo hace para que sus ciudades no colapsen ante las consecuencias de esta realidad? Sencillo: con una población educada, sistemas de transporte óptimos, y una cultura urbana que busca concentrar toda actividad de manera céntrica contra la expansión urbana que en otras regiones como LATAM ha terminado por colapsar ciudades enteras.

Movilidad en transformación

Antes de existir este paraíso de transporte y movilidad que todos admiran, la movilidad japonesa no siempre fue de la misma manera, teniendo en cuenta que incluso en tiempos recientes las tendencias eran otras muy diferentes. Si bien existían los trenes, la movilidad en bicicleta y peatonal hoy bastante común para los japoneses, las tendencias urbanas estaban representadas por el abandono de las grandes ciudades hacia zonas rurales al igual que la proliferación de automovilistas y el uso de vehículos motorizados como principal forma de transporte individual. 

La razón de este éxodo sería la de habitar zonas residenciales fuera de las ciudades, que, con el uso de coche propio, era posible desplazarse a grandes distancias. Aunque parezca extraño, esta situación, no muy diferente a la que se vive hoy en día en muchas otras ciudades, fue la realidad de la movilidad japonesa por años hasta que diversos factores como el plan de concentrar la actividad laboral y comercial dentro de las zonas urbanas y el terremoto de 2011 que redujo la producción de combustible a buen precio, motivo a la sociedad japonés a reconsiderar la realidad urbana y su movilidad, dando origen al cambio de conciencia que hoy se ve todos los días por todo Japón.

Paraíso de movilidad

Si bien el uso de automóvil particular o el desplazamiento a zonas rurales sigue existiendo, la sociedad japonesa hoy prefiere habitar las grandes ciudades y moverse por ellas mediante el transporte público y los diversos métodos que existen, todos ellos, de calidad, en óptimas condiciones y sumamente eficientes, características por las cuales cualquiera abandonaría su coche particular para ahorrar en movilidad y viajar rápido, cómodo y de manera digna por la gran ciudad. 

El tren es el medio de transporte más común hoy en día en Japón, siendo todo un ícono de la movilidad en las diferentes ciudades del archipiélago, transportando usuarios por la zona urbana o desde las zonas rurales al exterior de manera eficiente y sumamente protocolaria. Los autobuses representan otra opción igualmente cómoda y segura de viajar dentro de las zonas urbanas japonesas, siendo este medio uno más citadino. La bicicleta, debido a la cultura tradicional, las calles angostas, la seguridad vial hacia el ciclista y su preferencia, la comodidad, las distancias cortas y el cuidado del medio ambiente, hacen del pedaleo la opción más virtuosa de todas, por lo que es común ver como la bicicleta supera notablemente al uso de vehículos en las calles de todo el país. 

Es importante recalcar que la razón de esta migración de una vida un poco más particular a una movilidad colectiva tiene como principal incentivo el hecho de que, contrario al transporte de muchas otras ciudades en el mundo, el transporte público japonés representa un sistema de calidad para sus usuarios, buscando siempre su satisfacción mediante los tiempos de transporte, las condiciones de sus instalaciones y vehículos, y lo económico que esto suele ser contrario a una movilidad particular. Además, la cultura japonesa siempre busca el bien común como sociedad, por lo que migrar a una movilidad pública sabiendo lo que esto representa para las ciudades, para la sociedad y para el medio ambiente, motiva a los miles de usuarios diarios a proseguir con este estilo de vida de bien común.