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El templo más antiguo de Roma.

 

Por Miguel Garfias

A pesar de la milenaria historia de la ciudad de Roma, su acervo arquitectónico pocas veces ha logrado sobrevivir a los siglos que los separan de su época con nuestra modernidad, siendo contados los recintos que aún se mantienen en pie, y más aún, aquellos que lograron mantenerse intactos e inmunes al paso del tiempo y los eventos históricos que azotaron a la ciudad eterna. Si bien la ciudad parece ser un paraíso de edificaciones antiguas, muchas de ellas datan de al menos 6 siglos de antigüedad pertenecientes al Renacimiento italiano, por lo que los edificios posteriores a tan increíble periodo histórico muy seguramente se encuentran en ruinas o solamente permanecen rocas donde antiguamente existieron palacios y templos de gran magnitud y belleza.

A pesar de este contexto un tanto triste, existe una edificación que sobrevivió a todo lo que Roma fue capaz de soportar, incendios, saqueos, demoliciones y sobre todo, al mismo tiempo y sus efectos. Se trata de un templo, el más antiguo de la ciudad, mismo que se remonta a la antigua Roma imperial y que ha prevalecido por más de 18 siglos de manera casi intacta y bien conservado. En un estado de excelente conservación llega a nuestros días el Panteón de Agripa, conocido también como el Panteón de Roma, una edificación que fue de uso en uso hasta llegar a la era contemporánea contra todo pronóstico, un vestigio de la arquitectura clásica de magníficas proporciones. 

Primer Templo

El Pantheon que hoy conocemos no siempre tuvo la misma apariencia ni mucho menos fue hogar de las mismas religiones. Antes de ser edificado el Panteón que hoy conocemos, existió un templo más antiguo, de una apariencia más acorde a la arquitectura helenística y dedicado a las deidades de la gens Julia: Marte, Venus y a Divus Iulius, Julio Cesar divinizado. De este primer templo sólo sobreviviría la hoy fachada del panteón de Roma, al menos en su apariencia, pues la primera edificación consistiría en un templo períptero de múltiples columnas y una nave rectangular.

Años más tarde, en el año 126 d.C., el emperador Adriano ordenaría la construcción de otro templo en el mismo sitio donde Agripa había llevado a cabo la obra anterior para entonces destruida. El plan de Adriano, que no gustaba de poner a su nombre sus obras públicas, consistiría en un templo de diferente arquitectura, el cual innovaría por su rotonda y cúpula, sus más grandes características. El propio Adriano dedicaría esta obra a Agripa, algo que termina confundiendo a los estudiosos de la arquitectura romana en su momento.

Panteón de Adriano

El templo que edificará el mandato de Adriano sería el que pasaría a la historia como uno de los grandes vestigios de la Roma antigua y su arquitectura de manera intacta y excelentemente conservado. Consiste en un templo circular, cubierto por una cúpula cuyo diámetro es incluso más amplio que la que se halla sobre la basílica de San Pedro en el Vaticano, obra de Miguel Ángel, genio del renacimiento que se inspirará fuertemente del propio Panteón de Agripa. Su fachada y entrada principal se caracteriza por poseer un pórtico de columnas corintias que sostienen un frontón clásico de la época. 

Si bien su arquitectura exterior ya es un deleite de la arquitectura romana antigua, su interior en excelente estado de conservación sorprende aún más por su ingeniería, misma que marcaría la apoteosis de la arquitectura hasta la llegada del renacimiento y sus edificaciones visionarias. Su uso pasaría del culto de divinidades romanas e imperiales al cristianismo y posteriormente al catolicismo, uso que ha mantenido desde el siglo VII hasta nuestros días, siendo conocido hoy como la basílica de Santa María y los Mártires o Santa María Rotonda por la plaza al exterior del mismo nombre. Su arquitectura y milenaria composición hacen del Panteón de Agripa, Panteón de Roma o Santa María Rotonda una edificación digna de admirarse en el corazón de Roma, un verdadero tesoro que nos transporta a la Roma clásica.