El parque logra darle un respiro a la Gran Manzana.
Los parques urbanos son una excelente manera de ofrecer a los ciudadanos de las grandes metrópolis del planeta un entorno abierto de abundante naturaleza a modo de esparcimiento en contraste con la imparable actividad citadina. En una ciudad como Nueva York, la necesidad de encontrar un entorno al aire libre para descansar y despejar la mente es algo de todos los días, y en una urbe del tamaño de Manhattan sería una locura que no existiera un parque repleto de naturaleza como lo es el Central Park, parque de icónica relevancia que no solo mantiene cuerdos a los neoyorquinos con sus amplias áreas verdes y actividades recreativas, sino que ofrece un respiro necesario ante la urbanización, siendo este lugar el principal pulmón de la Gran Manzana.
El Central Park de Nueva York podría no necesitar presentación, puesto que este mítico espacio al aire libre repleto de vegetación, caminos, puentes y lagos artificiales es tan popular como la ciudad misma, siendo uno de los parques más famosos del mundo. Su aparición en series, películas y libros no hacen más que reafirmar su popularidad, pero realmente sus increíbles dimensiones y el papel que juega para Manhattan lo hace digno de un análisis más profundo, pues este parque, contrario a otros alrededor del mundo, no fue designado por su existente naturaleza sino que fue planificado y creado de forma artificial ante la necesidad de la hoy ciudad más grande del mundo de contar con un entorno natural de gran tamaño. Veamos que tiene este icono de Manhattan para contarnos.
Plan de los Comisionados de 1811
Nueva York, al menos la isla de Manhattan, principal asentamiento europeo, tiene una historia interesante respecto a su trazado de calles, uno que aún hoy en día podemos apreciar al contemplar al barrio de Manhattan desde las alturas (algo nada difícil con tantos rascacielos por ahí). Lo que hoy es el Bajo Manhattan antes fue el inicio del crecimiento urbano de Nueva York, con calles originadas de manera orgánica de formas sinuosas hasta llegar a Wall Street, por mucho tiempo el límite de Nueva York hacia el Norte.
Buscando crecer la ciudad en toda la extensión de la isla de Manhattan, en 1800 se creó el plan de extender el trazo urbano mediante un plan urbanístico que marcará las futuras calles, avenidas y complejos habitacionales de la ciudad, un plan que fue conocido como el Plan de los Comisionados pues una serie de hombres se encargaron de trazar a modo de retícula urbana lo que hoy podemos ver al centro y norte de Manhattan. Este trazo hoy altamente funcional y bastante acertado debido al crecimiento exponencial de Nueva York, en su momento fue bastante criticado por la monotonía de su trazado, siendo las calles perfectamente rectas y angulares un insulto al crecimiento natural de los asentamientos humanos según muchos críticos de la época.
Aburrido o no, fue un acierto que hoy permite un andar fluido de las vialidades y el crecimiento de edificios residenciales al norte de la isla. Pero este plan no contemplaba en sus inicios un entorno digno de áreas verdes tan necesario para sus habitantes que buscaban un espacio libre de la urbanización para poder vivir, teniendo como únicos recursos los muelles o los cementerios de la ciudad. Por ello, la creación de Central Park fue la siguiente gran empresa en Nueva York a mitad del siglo XIX, inspirada en gran parte por los parques urbanos europeos de Inglaterra y Francia.
Greensward Plan
Con una extensión de más de 845 acres, el proyecto de Central Park comenzó su construcción bajo el nombre de Greensward Plan en 1857, bajo la dirección del arquitecto y paisajista inglés Calvert Vaux. Inspirados en crear un parque digno de Nueva York al estilo europeo, se designó el área central de Manhattan para extender el enorme parque de rectangular área, el cual contaría con caminos peatonales, para carruajes y de servicio de manera separada; lagunas artificiales y una colección increíble de árboles, arbustos y plantas traídos especialmente para florecer en este oasis al corazón de Nueva york tan bien recibido por los neoyorquinos de la época.
Finalizado en 1873, el Central Park encantaría a sus habitantes, pero no sería hasta bien entrado el siglo XX que vería su florecimiento como el icónico entorno natural que es hoy en día. El florecimiento económico y demográfico de Nueva York durante el siglo XX convirtió al parque en un espacio frecuentado, constantemente modernizado y cuidado, dando pie al maravilloso entorno recreativo y natural que hoy maravilla a los habitantes de Manhattan y a los turistas de prácticamente todo el globo.
El central Park se convirtió rápidamente en sede de eventos culturales de todo tipo, así como deportivos y en un atractivo turístico por excelencia después de la segunda mitad del siglo XX, y bien entrado el nuevo milenio, el parque no tenía más que agregar a la Gran Manzana más que mantener su título como uno de los parques urbanos más famosos y bellos del mundo. En la actualidad es todo un icono que hace presencia en formatos literarios y audiovisuales, una visita obligada para los turistas que acuden a conocer Nueva York, y claro, un paraíso adorado por los propios habitantes de Manhattan que ven en su parque un recinto lleno de vida más allá de ser un simple espacio público más. Central Park intriga por su tamaño, forma y localización, pero una vez dentro de sus caminos, áreas verdes, recintos y plazas, el parque se convierte automáticamente en otro mundo de tranquilidad ajeno a la ciudad que lo rodea.