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El material que revolucionó la edificación moderna.

 

La edificación moderna no sería lo que es en la actualidad de no ser por la oportuna aparición del material de construcción por excelencia, que mediante su resistencia y versatilidad ha hecho posible la revolución de la edificación vertical del siglo XXI. El famoso concreto u hormigón es hoy el favorito para las mega construcciones, ofreciendo una resistencia altamente efectiva en un mundo de edificaciones cada vez más complejas y de mayor tamaño y altura. 

Económico y de gran soporte, el concreto se muestra como el material definitivo, mostrando una adaptabilidad para todo tipo de proyectos que van desde mega estructuras públicas, pasando por rascacielos hasta el interiorismo más vanguardista de la actualidad. Más que una mera mezcla cementada para la construcción, hoy el concreto es todo un componente esencial de la industria arquitectónica e inmobiliaria, sin el cual, el desarrollo humano no sería lo que es en la actualidad. ¿Cómo es esto posible? Conociendo la influencia de esta mezcla de cemento y roca en la construcción del mundo moderno.

Cimentando la modernidad

La popularidad e implementación que posee el concreto hoy en día tiene orígenes remotos, bastantes remotos, llegando incluso a saberse de los primeros intentos por concebir un material similar en el antiguo Egipto, lugar donde la edificación era todo un arte casi religioso, razón por la cual mucho del ingenio egipcio concentró gran parte de su intelecto en crear una mezcla capaz de ser resistente y versátil mediante la composición de diversos materiales ya existentes en las artes de la construcción.

No sería hasta la antigüedad clásica que estas mezclas evolucionaron para convertirse en materiales altamente resistentes y cruciales en la edificación pública del entorno. Tras la caída del Imperio Romano, el uso de este concreto primitivo no tendría protagonismo nuevamente hasta pasados algunos siglos, siendo pieza fundamental en algunas de las más importantes edificaciones de la Europa medieval. 

Llegando a épocas más modernas, el concreto se convertiría en un verdadero factor de transformación al comenzar su implementación en grandes proyectos y edificaciones durante la segunda mitad del siglo XIX, eso sí, con una naturaleza perfeccionada en cuanto a su composición. Su mezcla, comúnmente compuesta por arena, cemento y grava (o rocas recicladas últimamente), daría pie a emprender una senda más temeraria en cuanto a la transformación del entorno público urbano y la edificación vertical, haciendo posible la construcción de obras complejas como puentes, caminos, rascacielos, grandes edificaciones y mucho más, siendo pieza fundamental en la evolución arquitectónica del siglo XX.   

Influencia en el nuevo milenio

Con una utilidad, versatilidad y resistencia más que probadas, el concreto hoy existe en muchas presentaciones que varían según las necesidades de la estructura o proyecto que se pretende edificar. Ya sea como revestimiento, colado, o como pieza clave en la estructura de la edificación, el concreto u hormigón posee la capacidad de adaptarse a las necesidades de la construcción, variando en compuestos y cantidades según se requiera. 

Su naturaleza altamente versátil y bajo costo, contribuyó a que su uso forjara el siglo XX y su trepidante progreso. Incluso en pleno siglo XXI, con todos los problemas ambientales que este posee, el concreto no deja de ser un aliado honesto en la edificación moderna, siendo la posibilidad de variar en la composición de su mezcla una oportunidad para contribuir a ser parte del cambio ambiental de manera positiva. Para entender esto, materiales reciclados como roca y escombro triturado, pueden ser utilizados en la composición de nuevo concreto, haciendo del hormigón una nueva oportunidad para aprovechar los despojos de otras edificaciones y seguir construyendo el futuro con sus características más populares y sumándose a las tendencia ambientalistas del nuevo milenio.