El mayor atractivo turístico de China es la obra de ingeniería más grande del mundo
Turísticamente hablando, China representa un destino imperdible para quienes exploran el continente asiático. Con una cultura milenaria que se remonta siglos antes de Cristo, el tercer país más grande del mundo cuenta con múltiples destinos turísticos y atracciones que todo turista amante de la cultura oriental debe visitar. Claramente el más famoso de ellos es la gran muralla china, la mayor fortificación defensiva de la historia humana, responsable de proteger por siglos la integridad imperial de China y mantener a raya a sus invasores al tiempo que delimita las regiones del gran imperio.
Hoy en día, la gran muralla es todo un símbolo nacional para China, su más grande referente ante el mundo arquitectónico que hoy se concentra en la modernidad de sus ciudades, pero que conserva su pasado con el cuidado y atención que un monumento de tales proporciones merece. Y una estructura como tal merece un buen análisis que nos ofrezca una visión más amplia y completa de lo que esta construcción ancestral constituye tanto para China como para la historia arquitectónica de la humanidad.
Protegiendo un imperio
La Gran Muralla china es la construcción más extensa de la historia, con una longitud estimada de 21,200 kilómetros de longitud que cuentan todo tipo de extensiones de esta. Si bien no es una estructura continua, y se compone de diferentes secciones a lo largo del Norte de China, su composición representa aún hoy en día la estructura defensiva más grande jamás creada. Edificada para delimitar las fronteras del Imperio Chino alrededor de 5 siglos a.C, la muralla se ha visto intervenida innumerables veces a lo largo de su historia, inclusive en la actualidad.
La urgencia de defender el territorio imperial de las incursiones “bárbaras” de los mongoles, una primera estructura fue levantada como punto de partida para lo que los siglos terminarían por transformar en la legendaria construcción que podemos apreciar en la actualidad. Diferentes murallas entre las montañas fueron las encargadas de defender durante siglos el territorio imperial muchas veces en vano, situación que no se vio modificada hasta la llegada de la dinastía Ming cerca del siglo XV de la era moderna, donde la muralla sería reconstruida como una sola fortificación prolongada, con muros más grandes y fuertes, torres de vigilancia y una mayor extensión.
Construida con ladrillo y piedra, la muralla se convirtió en una fortificación más fuerte y duradera, en especial en las zonas cercanas a Pekín, naturaleza que la ha hecho prevalecer hasta nuestros días, al menos en lo que respecta a su rescate y mantenimiento moderno. Su funcionalidad se vio más que comprobada, pues los constantes ataques mongoles en su mayoría solo lograban dañar la estructura más no terminar por cruzarla, convirtiéndose en toda una proeza que llegaría a maravillar los oídos del mundo occidental.
Edificando un hito de la ingeniería
La determinación del imperio China llevaría a construir, tal vez sin saberlo, la obra de ingeniería más grande de la historia, misma que lograría perdurar hasta nuestros días para convertirse en el símbolo arquitectónico característico de la nación milenaria. Su etapa de construcción temprana se caracterizó por el uso de materiales convencionales como la tierra apisonada, que poco a poco se vio intervenida con otros materiales en busca de hacer la estructura más resistente, tales como ramas, rocas y mortero elaborado con harina de arroz.
Podríamos decir que la construcción de la muralla se dio “in situ” utilizando materiales “locales”, siendo lo que hoy en día consideramos una edificación sostenible. Dependiendo la zona a proteger, la piedra obtenida era diferente, siendo algunas veces piedra caliza, granito, y en algunas otras piedras con alto porcentaje de metales, que otorga más resistencia y un peculiar acabado brillante a la fortificación.
La muralla convertiría a los chinos en todos unos expertos en la elaboración de ladrillo, dominando el arte de los hornos para su elaboración y convirtiendo a sus fabricantes en todos unos artesanos dispuestos a dejar su huella en cada bloque de la fortificación imperial.
Atractivo turístico
De fortaleza defensiva impenetrable a hito estructural, hoy la gran muralla china representa el mayor atractivo turístico del país, atrayendo cientos de miles de visitantes a recorrer las zonas preservadas para el turismo de esta impresionante estructura. Sus almenas, torres de vigilancia, cuarteles y prolongadas extensiones de muro pueden ser recorridos en los distintos puntos de acceso que la prolongada fortaleza posee a lo largo del territorio chino.
Las vistas panorámicas del paisaje montañoso de China suelen ser el mayor interés de quienes se disponen a recorrer la muralla durante su viaje, puesto que su mítico paisaje ofrece una experiencia única que la impresionante estructura ancestral termina por complementar. Sin duda, los vestigios de la China imperial garantizan un turismo que prevalece a pesar de las circunstancias de los últimos años, siendo la gran muralla un destino imperdible para quienes exploran la vastedad de China y su pasado arquitectónico, representado por la fortificación más grande de la historia que aún en pleno siglo XXI sigue resguardando, tal vez simbólicamente, los límites del otrora imperio Chino y su cultura milenaria.