Un vistazo a la propaganda futurista con la que el régimen soviético prometía la culminación de su modelo económico en el mundo
Así como el concepto de futurismo puede variar dependiendo del medio que lo represente (cine, literatura, cómic, videojuegos), o de la historia en la que esta se desarrolle, también puede estar influido fuertemente por la ideología política que lo busca representar. A lo largo de la historia se ha visto como los proyectos políticos, regímenes autoritarios en su mayoría, han buscado promover una visualización del futuro donde su ideología política y sistema económicos son los ideales para alcanzar la realización humana, o al menos la de su proyecto ideológico o de nación.
Lo vimos en el siglo XIX con el Imperio Británico y su búsqueda por colonizar el mundo moderno mediante el descubrimiento, la innovación tecnológica de la época y su dominio de los mares. Más tarde, el régimen nacionalsocialista alemán de Hitler buscaría extender su “Imperio” por mil años, visualizando la culminación de su proyecto fascista en un mundo moderno de arquitectura románica que traía de vuelta la perfección del imperio romano al siglo XX y donde Berlín sería la capital del mundo entero.
Por ello, no es de sorprender que otra de las grandes superpotencias del siglo XX se percibiera a sí misma con estos delirios de grandeza y poder tecnológico inimaginables, con los cuales inició una campaña propagandística que buscaba compartir una visión glorificada del triunfo del comunismo en el mundo entero y los beneficios tecnológicos y de desarrollo que esto traería en el siglo XXI. Se trata de la extinta Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, la gran potencia del siglo pasado que buscaba expandir por el mundo su ideología política, mediante la cual la humanidad lograría alcanzar la cúspide de su potencial, misma que durante los años 70’s se dedicaron a compartir mediante la propaganda, proyectando un futuro de avances científicos y tecnológicos increíbles, la conquista del espacio, y un auge arquitectónico que hoy en día, a pesar de la innovación de las tecnologías de la edificación, siguen estando bastante lejos del presente.
El triunfo del comunismo
Para los líderes de la Unión Soviética, la expansión de su modelo económico e ideológico por todo el mundo era la meta principal. Así como sus rivales occidentales, Estados Unidos y el modelo capitalista, los soviéticos buscaban atraer a las naciones a su bloque en medio de un mundo polarizado, exponiendo las múltiples ventajas de pertenecer a la hermandad de naciones comunistas mediante una fuerte propaganda que glorificaba el estilo de vida socialista y buscaba desprestigiar el capitalismo de occidente.
En medio de este constante bombardeo propagandístico, tanto interior como exterior, la Unión Soviética buscó consagrar su modelo económico comunista para sus ciudadanos mediante una campaña que visualizaba la perfección de un mundo enteramente adoctrinado a sus ideales y desarrollo económico, industrial y político. Conociendo bien el poder de la propaganda en un mundo autoritario, la URSS puso en marcha una campaña que pretendía encantar a las repúblicas socialistas del mundo y atraer nuevos miembros exponiendo una visión de lo que sería el mundo para el aniversario del evento que daría origen al bloque comunista más grande de la historia: la revolución de octubre.
2017, un siglo sovietico
En la década de los 60’s, la Unión Soviética lanzó una campaña de propaganda titulada “En 2017”, una serie de tiras de película que ofrecían una visión, apoyada de una historia, de lo que sería el mundo para el año 2017, el centenario de la Revolución Rusa y bajo la supuesta realidad donde el comunismo logró expandirse por el globo. En estas películas ilustradas y acompañadas de texto, se visualizará lo que más tarde la propaganda soviética se encargará de nutrir en plena carrera espacial: un mundo perfecto altamente tecnológico y científico, donde los viajes supersónicos, la robótica y la automatización, así como los viajes al espacio serían una realidad.
Si bien en la actualidad (4 años después del año en cuestión) el mundo ha alcanzado avances tecnológicos de la talla de estas películas, el mundo está muy lejos de consolidarse como un planeta de tintes futuristas como los visualizados por los soviéticos del siglo XX. Además, la Unión Soviética se desintegró a finales del siglo pasado, dejando esta visión en nada más que un prometedor recuerdo de su anhelo por ver triunfar sus ideales políticos y modelo económico.
Las películas, restauradas y adaptadas de forma que hoy puedan ser conservadas y visualizadas, consisten en 44 ilustraciones que cuentan la historia de un grupo de niños soviéticos que viajan a conocer lo que será en mundo en 2017, bajo la premisa donde los Estados Unidos (llamados aquí Imperialistas), detonaron una bomba que obligaría al mundo a refugiarse en una ciudad bajo el Ártico llamada Uglegrad, donde la primavera es eterna y la tecnología soviética ha alcanzado los tintes futuristas. En ella se muestran edificios de colores cromo, cohetes viajando al espacio exterior como si de transporte público se tratase, la robótica ayudando en la tareas del hogar, y un sin fin de avances que solo en la ciencia ficción podríamos concebir y que la URSS pretendía hacer realidad para el centenario del inicio de su movimiento.
Alimentado por la carrera espacial, este ideal futurista bombardearía a las naciones soviéticas por las décadas siguientes, al tiempo que los occidentales harían lo propio nutriendo este concepto futurista que vería su auge en la propaganda y los medios de entretenimiento más que en la propia tecnología del siglo XX. Hoy, el mundo ha cambiado mucho, y los avances científicos y tecnológicos superan las expectativas y seguramente maravillarían a los ciudadanos del siglo XX que se fueron esperando ver la consolidación de la utopía futurista del mundo, fuese esta la versión soviética o la occidental. Medio siglo después solo nos queda apreciar los artes, las ilustraciones y el anhelo impregnado en ellos de ver un mañana glorioso de enormes posibilidades mientras esperamos lo que la próxima década podría ofrecernos.